El molde de un árbol que se quemó en una erupción. Foto: Cortesía Theofilos Toulkeridis
Cien metros antes de llegar a la chimenea del volcán Chico en la isla Isabela, un paisaje gris y desértico llamó la atención del geólogo Theofilos Toulkeridis. Cubiertos por la escoria de la última erupción, del 2005, se esconden 30 huecos con paredes rugosas.
A simple vista pueden parecer insignificantes, pero estos hoyos son los restos que quedan de un bosque pequeño que existió hace más de 3 000 años.“Nunca antes se había encontrado en todo Galápagos tantos árboles de lava juntos”, cuenta Toulkeridis emocionado.
El fósil de un cactus en la isla Genovesa y el de una planta en el Cerro Azul, eran los único vestigios similares a este nuevo descubrimiento en Galápagos.
El geólogo de la Escuela Politécnica del Ejército halló este bosque “petrificado” durante una capacitación con los guías naturistas, organizada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Parque Nacional Galápagos (PNG).
Según un guía naturalista quien participó en la expedición (pidió no ser identificado), no habían visto estos moldes de árboles pues habían senderos oficiales. “Hace dos meses la dirección de Isabela abrió el nuevo camino que nos permitió llegar a este descubrimiento”, dijo.
Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), la lava que no drena rodea y sepulta los troncos, cuyos tejidos internos desaparecen y después de varios años, se distinguen unos agujeros en el suelo.
Algunos de los huecos que se encontraron por encima del volcán Chico alcanzan el metro de profundidad. Los huecos son tan profundos como la altura de las plantas que existieron en ese entonces.
Todo empieza cuando un flujo de lava con una temperatura superior a los mil grados centígrados, inunda morosamente el bosque. El agua de los tejidos vegetales se evapora y los troncos se consumen tan lentamente que permiten que la lava se cristalice y conserve su forma.
El calor poco a poco va quemando el interior del árbol y forma lo que parecerá, en el futuro, un simple agujero.
Toulkeridis explica que para que la forma de los árboles o de los cactus se preserve, el magma debe fluir despacio. Esto es común en la lava de tipo pahoeho que también se puede encontrar en las islas volcánicas de Hawái.
La huella del pequeño bosque al borde de la caldera del volcán Sierra Negra permite reconstruir la ecología de hace miles de años atrás. “La lava fosilizó a una especie de árboles que posiblemente ya esté extinta. Estos moldes nos muestran la vegetación que existía en ese tiempo”, explica Toulkeridis.
A pesar de ser muy poco comunes, los árboles de lava se pueden encontrar en lugares como el Parque Nacional de Volcanes de Hawái o en el monte Fiji, en Japón, con moldes de más de 200 metros de altura, según USGS.
Hasta el cierre de esta edición, esta información aún no había sido oficializada por el Parque Nacional Galápagos, con quien nos comunicamos.