En la zona de la Universidad Central se observa vendedores ofreciendo sus productos. Foto: Víctor Muñoz/EL COMERCIO
En el último año más ecuatorianos laboraron en un empleo de poca calidad, es decir, estuvieron en el subempleo.
Dos son las principales características de esta categoría: ganar menos del salario básico (USD 375) y trabajar menos de las 40 horas semanales, aunque quisieran hacerlo más.
Sin embargo, no logran esta meta. La tasa de subempleo aumentó en junio de 2017 frente a igual mes del 2016, según la última encuesta de empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
En ese período apenas se crearon 52 587 empleos plenos, mientras que la gente en el subempleo subió en 390 860.
Un análisis de la Corporación de Estudios para el Desarrollo (Cordes), publicado ayer, 17 de julio, indica que esto pone en evidencia “la escasa creación” de empleos de calidad que absorban a toda la gente que ofrece sus servicios.
Los subempleados pueden ser personas de cualquier condición, entre ellos, profesionales que realizan actividades diferentes a las relacionadas con su profesión, amas de casa que necesitan ingresos y ofrecen bienes o servicios, o gente que vende en la calle.
Existen casos de personas en esta última condición que se encuentran en la informalidad.
En el país, a junio de este año, el 66,8% de subempleados trabajaba de manera informal. La cifra creció frente a igual mes del año pasado. Según el INEC, estas personas son aquellas que no constan en la base de datos del Servicio de Rentas Internas (SRI), no facturan, no pagan impuestos, etc. Mientras que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que son todos aquellos que no están protegidos por las normas y derechos laborales de un país.
Esta es la realidad de María Zambrano, oriunda de Manabí. Llegó a Quito antes del terremoto de abril del 2016, para buscar un empleo formal y así mantener a sus hijos, sin embargo, no lo consiguió.
Para obtener dinero la única salida fue dedicarse a vender jugos en la av. Teniente Hugo Ortiz, en el sur de Quito. Aprovecha cuando el semáforo está en rojo para ofrecer su producto a los ocupantes de los vehículos que circulan por allí.
Pese a su esfuerzo no logra reunir los USD 375 mensuales del Salario Básico Unificado. Por eso aspira a conseguir algo mejor hasta fin de año.
Carlos Castellanos, presidente de la Confederación Unitaria de Comerciantes Minoristas y Trabajadores Autónomos del Ecuador(Cucomitae), indicó que en Quito el 60% de los comerciantes informales se dedica a la venta de alimentos perecibles. Cree que en el país la proporción puede ser igual.
Las cifras de esta agrupación también revelan que el 65% de las personas en esta condición son mujeres, jefas de hogar.
Verónica Juña (29 años) es uno de los casos. Ha tenido empleos ocasionales durante los últimos dos años, sin embargo, su objetivo ha sido encontrar un trabajo formal.
Como esto no se ha concretado, hace un mes puso un quiosco en la intersección de las avenidas Quitumbe Ñan y Cóndor Ñan, en el sur de la ciudad. De 09:00 a 15:00 vende bebidas, sánduches, snacks y dulces sin obtener al mes el monto del salario básico.
Para mejorar su condición espera obtener más ganancias. Con ello, dice, comprará más mercadería y aumentará sus ingresos durante el mes.
Según Byron Villacís, exdirector del INEC, la situación demuestra que se está conformando una nueva estructura del empleo en el país, en la que los subempleados crecen con relación a otras categorías.
De hecho, las cifras de junio muestran que el desempleo, por ejemplo, bajó frente al mismo mes del año pasado. Estas personas no pasaron a ser trabajadores formales sino que buscaron diferentes actividades para generar ingresos.
La estudiante de psicología Mariela Bravo (27 años), por ejemplo, se dedica a la venta de almuerzos a domicilio. Trabaja alrededor de cuatro horas al día y en el mejor de los casos gana hasta USD 400 al mes.
Llegó a esta situación debido a que perdió su trabajo en noviembre del 2016 tras una reestructuración de la empresa. Allí laboró cuatro años, mientras estudiaba. Aunque es soltera necesita los ingresos porque aún le faltan dos años para terminar la carrera que cursa.
El 25% de trabajadores de entre 25 y 34 años se halla en el subempleo. Se trata del segundo segmento etario que más gente agrupa; el primero es el de las personas que tienen entre 45 y 64 años.
Debido a su edad Martha Caiza (55 años) no tiene expectativas de hallar un trabajo formal fijo. Por esto decidió usar sus habilidades con el tejido para elaborar ropa con lana. Vende cada prenda a USD 5.
En contexto
La tasa de desempleo ha descendido desde marzo del 2016 a la fecha. Pero el subempleo, de acuerdo con datos del INEC, también ha aumentado en términos anuales. El Gobierno ha anunciado que analiza medidas para mejorar los indicadores laborales.