Donald Trump, presidente de EE. UU., habla por teléfono con el primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, de la Oficina Oval de la Casa Blanca el 28 de enero de 2017 en Washington, DC. AFP
Luego de una semana como presidente, Donald Trump habló este sábado 28 de enero de 2017 por teléfono con varios líderes mundiales, en medio de una creciente alarma internacional generada por sus decretos para limitar drásticamente la inmigración musulmana en Estados Unidos.
Trump se comunicó durante la jornada con el primer ministro japonés Shinzo Abe, con la canciller alemana Angela Merkel, con el presidente ruso Vladimir Putin y con el mandatario francés François Hollande.
Un comunicado de la presidencia francesa indicó que Hollande le solicitó a Trump que se respetará el principio de acogida de refugiados y le advirtió sobre las consecuencias del proteccionismo comercial que impulsa.
Hollande “recordó su convicción de que el combate por la defensa de nuestras democracias” solo es “eficaz” si se basa en el “respeto de los principios que las fundan, en particular, la acogida de refugiados”. Además, “advirtió de las consecuencias económicas y políticas de un enfoque proteccionista”, de acuerdo a la nota oficial.
Por su lado, el Kremlin señaló que Putin y Trump acordaron en su diálogo telefónico mantener relaciones “de igual a igual” y se expresaron “a favor de la puesta en marcha de una coordinación real de las acciones rusas y estadounidenses para destruir al EI y otras agrupaciones terroristas en Siria”.
El presidente estadounidense también conversó con el primer ministro japonés Abe, a quien le ratificó el “férreo compromiso” de su país con la seguridad de Japón, según informó la Casa Blanca en un comunicado. También se anunció que Abe será recibido por Trump en Washington el 10 de febrero próximo.
Estas conversaciones dieron a Trump una oportunidad de explicar sus nuevas políticas contra refugiados e inmigrantes, que han conmocionado a gran parte del mundo, particularmente su decreto para frenar temporalmente las llegadas de refugiados e imponer controles estrictos a viajeros de siete países musulmanes.
‘Investigaciones extremas’
La medida sobre la inmigración musulmana cumple con una de las promesas más controvertidas de la campaña, cuando Trump dijo que iba a contener la inmigración de varios países musulmanes que, según él, suponen una amenaza terrorista para Estados Unidos, y someter a los viajeros de esas naciones a
“investigaciones extremas”.
“Esto es muy importante”, dijo el presidente el viernes en el Pentágono después de firmar la orden ejecutiva titulada
“Protección de la nación contra la entrada de terroristas extranjeros en Estados Unidos”.
El decreto suspende el programa estadounidense de acogida de refugiados durante al menos 120 días, mientras se concreta el futuro sistema de verificación de visas.
También prohíbe la entrada a Estados Unidos de viajeros procedentes de países de mayoría musulmana –Irán, Iraq, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen– durante 90 días.
Detenciones en marcha
Las autoridades no perdieron tiempo en implementar la orden de Trump para frenar la llegada de musulmanes, reteniendo a viajeros en aeropuertos estadounidenses a pocas horas de que se firmaran las nuevas medidas, según informaron este sábado medios locales.
El diario The New York Times señaló que agentes aeroportuarios empezaron el viernes por la noche a detener a viajeros, después de que se anunciara el decreto.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se mostró esperanzado en que estas medidas sean “temporales” ya que ” la necesidad de proteger a los refugiados nunca ha sido tan grande como ahora”, según expresó su portavoz Stéphane Dujarric.
Recurso judicial contra el decreto
Varias asociaciones estadounidenses de defensa de los derechos civiles no tardaron en reaccionar y presentaron este sábado un recurso judicial contra el decreto.
La demanda fue presentada ante un tribunal federal de Nueva York después de que varios viajeros fueran detenidos la noche del viernes en el aeropuerto JFK de Nueva York en base al decreto recién promulgado.
Uno de los detenidos, de origen iraquí, trabajó para el gobierno estadounidense en Irak durante 10 años y otro vino a Estados Unidos a reunirse con su esposa, que trabaja para una empresa contratista estadounidense, precisa la demanda.
El extrabajador para el gobierno, Hameed Khalid Darweesh, fue liberado poco más tarde y habló con los periodistas en el aeropuerto.
Interrogado sobre qué le diría a Trump dijo que “me gusta él. Pero no lo sé. Esta es una política que no conozco. Él es un presidente. Yo soy una persona normal”.
Mark Doss, un abogado supervisor del International Refugee Proyecto y del Urban Justice Center, comentó que la detención y posterior liberación de Darweesh demuestran que la nueva política está siendo puesta en práctica “sin ninguna orientación” sobre su aplicación.
Hablar de “‘investigaciones extremas’ es solamente un eufemismo para discriminar a los musulmanes”, estimó Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU).
Romero señaló que el decreto de Trump viola la prohibición constitucional a la discriminación religiosa al elegir países con mayorías musulmanas para un tratamiento más estricto.
Ahmed Rehab, director de la sección de Chicago del Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses, dijo a la AFP que su grupo iba a emprender acciones legales para luchar contra el decreto
“con uñas y dientes”. “Está dirigido a gente basándose en su fe natural y en su origen nacional, y no en su carácter o en su criminalidad”, advirtió Rehab a la AFP.