Tras 25 años en órbita observando el espacio para la humanidad, el telescopio Hubble se aproxima a su jubilación y deberá pasar el testigo a su sucesor, el James Webb, que se espera esté operativo en 2018. Foto: EFE/ESA.
A 25 años de haber iniciado sus operaciones, el telescopio Hubble aún despierta el interés por parte de la comunidad científica internacional.
No solo por ser aquel ojo a través del cual los astrónomos han podido contrastar sus teorías en torno al universo. Está también un hecho fundamental y por el cual su nombre forma parte de la memoria colectiva: sus imágenes, gracias a las cuales la humanidad tiene una mayor percepción de lo que sucede fuera del planeta.
Con dimensiones similares a la de un bus escolar, este instrumento de observación astronómica transmite aproximadamente 120 gigabytes de información científica cada semana. Esto es similar a una repisa con 1 097 metros de libros en su interior.
Para recorrer la Tierra en 97 minutos, necesita 2 800 watts de energía, equivalente a lo que consume un departamento de cuatro habitaciones. Y su espejo principal, una de las joyas de este artefacto, tiene un diámetro de apenas 2,4 metros.
La constante innovación de su instrumentación es una de las principales para la agencia espacial estadounidense (NASA) y la Agencia Espacial Europea (ESA). En este cuarto de siglo, el Hubble ha recibido actualizaciones en cinco ocasiones (1993, 1997, 1999, 2002 y 2009).
Gracias a esto se ha logrado mantener en órbita a un telescopio que ayudó a confirmar tanto la edad del universo como la veloz expansión en la que se encuentra actualmente. Asimismo, sus datos han decantado en más de 9 000 publicaciones en diversos campos de la astronomía y la física.
Acceso al conocimiento
Ericson López, director del Observatorio Astronómico de Quito, indica que uno de los principales beneficios de tener un telescopio fuera de la atmósfera terrestre es que se pueden tener impresiones más exactas de lo que sucede más allá de los límites del planeta. Al capturar imágenes en distintas longitudes de onda, ha logrado descubrir el comportamiento de los cuerpos celestes en regiones espaciales a las que no logran acceder telescopios de tierra.
Más allá de todos los beneficios que ha supuesto el telescopio en la comprensión del universo, para López uno de los principales logros ha sido que se ha logrado compartir una vasta cantidad de información para la comunidad científica.
Él, quien ha realizado estudios en el Space Telescope Science Institute, encargado del manejo del Hubble, afirma que en períodos aproximados de dos años se libera la data de investigaciones específicas para que esta sea utilizada por parte de físicos, astrónomos, etc. Esto ayuda a que instituciones como el observatorio que él dirige puedan realizar sus propios cálculos y estudios.
Junto a la investigación académica, la astrónoma Patricia Sierra, de la Universidad San Francisco de Quito, destaca que el Hubble no solo ha impactado a la comunidad científica. Sus imágenes en alta resolución de nebulosas, cuásares y galaxias han trascendido los espacios de los laboratorios, llegando al común de las personas. “El telescopio le ha dado al mundo las mejores fotografías del espacio”, dice.
Ya en el campo científico, López y Sierra concuerdan con que el Hubble es de enorme ayuda en el momento de descubrir lo que la teoría propone. En este punto, la astrónoma recuerda el caso de Edwin Hubble, quien planteó la expansión del universo. Con las primeras exploraciones del telescopio no solo se comprobó la postura del astrónomo sino que, además, se supo que esta expansión es acelerada.
López dice que la tarea ahora es mantener en funcionamiento al Hubble. Esto hasta que el telescopio James Webb, su sucesor y 100 veces más poderoso, entre en funcionamiento.