Galo Saquipay personificó al taita Carnaval, en el festival de gastronomía típica que se realizó el domingo en Tarqui. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
La cultura e idiosincrasia de los pueblos son lo esencial del Taita Carnaval de la parroquia Tarqui, en la capital azuaya. El domingo pasado, las 23 comunidades se juntaron para vivir esta fiesta andina.
Tarqui es un pueblo que fomenta el rescate de las tradiciones ancestrales. La última celebración colectiva reunió a decenas de familias en danzas, comida típica, venta de artesanías, juegos carnavaleros… en el estadio parroquial.
El desfile intercultural recorrió las calles céntricas y lo encabezaron el taita Carnaval 2016, Galo Saquipay, y el saliente, Bolívar Saquipay. Ellos portaban en sus manos una cruz de madera ricamente adornada con flores, frutas, serpentinas, globos, botella de chicha, entre otros objetos.
Pero cada comparsa tuvo su Taita Carnaval, ese personaje mítico que llega ataviado de prendas de lana y que emerge de las montañas para visitar a sus familias y vecinos para compartir alimentos. Llegó entonando canciones que invocan a los ancestros.
A ellos les acompañan los danzantes que llevan en sus espaldas canastas con alimentos típicos de la zona y de esta celebración como mote, cuy, papas, dulce de higo… Además, instrumentos musicales y espuma de Carnaval para lanzar a los presentes.
Así, con bailes y recreaciones de las costumbres como la comida comunitaria, los juegos, la preparación del cuy… los poblados de San Pedro, Santa Teresita, Acchayacu, Cotapamba, Gualalcay… pusieron la alegría y diversión.
La familia Zumba Pugo lleva más de 40 años recreando cómo vivían el Carnaval en Cotapamba. María Zumba contó que su padre organizó por décadas esta celebración y desde que falleció (hace 10 años) siguen en esta tradición los hermanos, hijos, nietos…
A su partida asumió el legado su esposa, María Pugo, de 85 años, como Mama Carnaval. Pese a que su cuerpo no tiene la misma agilidad, ella desfila llevando la cruz andina y baila “a la voz del Carnaval”.
Para Bolívar Saquipay, presidente de la Junta Parroquial, esta fiesta tiene una identidad vinculada al pasado y conectada con el presente, por ese nexo de transmisión cultural intergeneracional.
La Junta Parroquial entregó premios económicos a las mejores comparsas y presentaciones. Cada grupo dramatizó la vivencia antigua de esta fiesta en sus territorios y tras las presentaciones se ubicaban en algún espacio del estadio para compartir los alimentos.
Esa pampamesa la dirigía el Taita Carnaval. El arroz, mote, pollo, cuy… fue regado en manteles largos. Los presentes se sentaron alrededor y todos cogían los alimentos a su gusto. Esto es parte del augurio de mejores cosechas, señaló Julio Cochacela, taita Carnaval de Santa Teresita.
La comparsa de Bellavista reunió a más de 60 personas y fue una de las más aplaudidas. En esta pampamesa la comida sobró. El Taita Carnaval trae y bendice con abundancia a los hogares, dijo Luis Jerez, representante de esta comunidad.
Estas comparsas tradicionales se reeditarán en el transcurso de estos días en las comunidades y son espacios para compartir la comida, danza, música y juegos.