Kizon, de la empresa LG, es un dispositivo para monitorear los movimientos de los niños. Foto: Archivo/ Lgnewsroom.com
Máquinas, personas y mascotas pueden ser monitoreadas a través de sensores que rastrean su ubicación y detectan cualquier movimiento. Ahora, los fabricantes de esta tecnología se están enfocando en niños y ancianos ya que es un público que, consideran, es quien más lo necesitan.
La utilización de los aparatos en este segmento ha causado polémica entre quienes defienden sus beneficios y, por otro lado, quienes aseguran que pueden afectar su desarrollo, en el caso de los niños, o interferir en la tranquilidad de los adultos mayores.
Para María Barahona, psicóloga, la tecnología en los últimos años se ha enfocado en “facilitar la vida a los padres primerizos”. Los sensores entran en esta categoría ya que son una forma de que los adultos estén más tranquilos cuando no están junto a sus hijos.
Micaela Rodríguez es madre de Paúl de 5 años, para ella, el uso de los sensores es un gran “alivio” ya que no solamente funciona como un “rastreador” del pequeño sino que le permite tener una idea de su salud y cómo otras personas cuidan de él.
Además, si está jugando en el jardín de su casa, Rodríguez coloca una alarma en el dispositivo que le alerta cuando el niño ha cruzado el perímetro establecido como límite.
La evolución de los sensores permite que ahora sean capaces de captar movimientos, temperaturas y controlar su salud, al medir las frecuencias cardíacas.
Andrew Purcell, creó la pulsera Child Angel, después de que perdió a sus hijos en un centro comercial, como lo contó a la BBC. El miedo que vivió en ese momento fue lo que le motivó a desarrollar este dispositivo dirigido para niños mayores de tres años, el cual emite una señal al ‘smartphone’, cada vez que el menor tira de la correa.
Aunque su uso tiene cosas positivas, explica el psicólogo Francisco Chahín, también puede traer problemas en el desarrollo del niño al sentirse observado todo el tiempo. Además, es importante que los padres no reemplacen el uso de las máquinas por el contacto físico y emocional que debe establecerse en la etapa del crecimiento.
Según el psicólogo, a lo largo del proceso de desarrollo es necesaria la imagen de un sujeto que cumpla “el rol de cuidador”, y la funcionalidad de estos sensores ahora es “reemplazar la responsabilidad parental adjudicándosela a una máquina o software virtual”.
Prucell explica que ha tenido una gran aceptación por parte de los padres de familia que han sufrido la angustia de perder momentáneamente a sus hijos, es por eso que están pensando en extender su mercado hacia las personas de la tercera edad.
En el caso de los adultos mayores, también hay riesgos en su uso, explica la psicóloga, ya que se afecta su privacidad y autonomía. El controlarlos a través de una pulsera o un dispositivo puede cultivar en ellos el sentimiento de que no son capaces de llevar a cabo sus funciones solos.
Para Chahín se abre la discusión sobre si el insertarle un chip a una persona o colocarle sensores en su cuerpo refleja un sobrecuidado hacia tal o simplemente “es un reflejo de la incapacidad de poder otorgar el cuidado que como seres humanos siempre hemos sido capaces de integrar”.
En contexto
Durante la CES 2015, la mayor feria de tecnología, la empresa Lert.ly presentó un sistema de monitoreo dirigido para mayores de 60 años. Este utiliza alarmas que registran la movilidad del usuario para detectar el padecimiento de alguna posible enfermedad.