Whitney Thore creció bailando. Era una niña activa, feliz, tanto que jamás pensó ser un testimonio para miles de mujeres y hombres que, como ella, batallan a diario contra las críticas y prejuicios que persiguen a la población en sobrepeso.
Cuenta la joven de 29 años que en plena adolescencia fue diagnosticada con el síndrome del ovario poliquístico, lo que trajo consigo unos desórdenes alimenticios que le ganaron unas 200 libras.
Durante 19 años, Thore peleó con sus emociones y las libras que subían y bajaban. Quería volver al cuerpo que tuvo una vez, ese que “socialmente” se considera perfecto y que lejos está de las grandes curvas que ahora moldean su cuerpo.
“Incapaz de reconciliarme con esta nueva percepción sobre mí, renuncié a mi vida”, establece la joven, que seguido renunció a sus clases de baile, abandonó la escuela y quedó inmersa en una depresión que siguió sumándole libras.
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Thore terminó sus estudios, se convirtió en instructora de Zumba, fue aceptada en un programa de terapia de baile en el Pratt Institute en Brooklyn y logró un empleo en la radio.
Pero su cuerpo era el mismo y su autoestima continuaba en el piso. Se dio cuenta que bajar de peso no era la único que cambiaría su vida, sino el amor propio, el aceptarse tal cual es.
Así comenzó a vivir de nuevo, a sonreír. Retomó sus clases de baile y, complaciendo a un compañero de trabajo, grabó una serie de vídeos titulados “A Fat Girl Dancing”, en la red Youtube, que inmediatamente se hizo viral. Luego creó el blog: “No Body Shame Campaign”.
Ahora Thore es una voz de inspiración para otras personas que han aprendido a ser felices por encima de las libras. No obstante, la joven reconoce que debe rebajar unas 100 libras para evitar trastornos de salud.
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