El equipo de Sonidos de América está actualmente trabajando en el MAAC. Foto: Gabriel Proaño para EL COMERCIO
El músico argentino Esteban Valdivia llena de agua una botella silbato de la cultura Bahía, con 1 500 años de antigüedad. En realidad son dos vasijas unidas por un tubo comunicante.
Cuando el investigador mueve el artefacto de un lado a otro con movimientos rápidos, con la continuidad de una danza ancestral, ocurre el prodigio: la botella reproduce por sí sola sonidos profundos, similares al canto de aves.
“Es uno de los instrumentos más sorprendentes”, explica el musicólogo. “Es un silbato que funciona solo con agua, lo que nos muestra el poder creativo y la imaginación del hombre americano, que conectado con los elementos de la naturaleza pudo dar una expresión a la voz del agua, a la voz de los elementos”.
Valdivia es uno de los cuatro investigadores, entre chilenos y argentinos, que desarrollan desde hace 10 años un proyecto de rescate del patrimonio sonoro del continente.
La investigación en torno a instrumentos musicales precolombinos, denominada Sonidos de América, se centra desde inicios de este mes en la reserva del Museo Antropológico de Arte Contemporáneo (MAAC) de Guayaquil.
El equipo, integrado por músicos, documentalistas y arqueomusicólogos, ha estudiado objetos sonoros precolombinos en países de Sudamérica y Centroamérica. “Hace tres años vinimos a Ecuador y nos llevamos la sorpresa de que muchas de estas botellas silbatos que veníamos investigando en Perú, en Bolivia, en Chile, tienen su centro focal de difusión aquí en Ecuador, donde se originaron muchos instrumentos que después se dispersaron a otras partes del continente”, indica el musicólogo de la Universidad Nacional de Villa María (Córdoba, Argentina). “Ecuador fue un centro de creación instrumental, un epicentro cultural”.
El sistema acústico hidráulico solo se ha encontrado en América y las piezas más antiguas corresponden al período formativo, específicamente a la cultura Chorrera, que ocupó la Costa ecuatoriana entre el 1 500 antes de Cristo (a.C.) al 500 a.C. El sistema aerófano de la vasija silbato fue descubierto por la cultura Chorrera, dentro y fuera de lo que hoy es Ecuador, con una evolución “solo ornamental”, según el colectivo Sonidos de América.
En el caso de la vasija silbato de la cultura Bahía (500 a. C. y 500 d. C.), que el grupo volvió a llenar de agua luego de que pasara décadas en un estante, la ornamentación es antropomorfa. Se trata de un hombre con rasgos felinos como metáfora del chamán que se va transformando en el espíritu del animal. La idea del equipo era estudiar unas 20 piezas resguardadas en el MAAC, pero ante lo que encontraron, unos 1 000 objetos sonoros entre el total de las 58 000 piezas de la reserva, decidieron ampliar el estudio a un centenar de artefactos precolombinos.
Además de las botellas de silbatos dobles y triples, los investigadores encontraron silbatos dobles dentro de estatuillas, silbatos simples, ocarinas, flautas traversas y vasijas con la forma de pentaedros sonoros. Entre los instrumentos hay vasijas de cerámica ornamentadas de hasta 50 centímetros, hasta flautas sencillas en miniaturas, de un centímetro cuadrado y cuatro orificios.
“Hemos recorrido museos en todo el continente y no hemos encontrado piezas del nivel y de la calidad que existen en esta reserva, la más grande el Ecuador, con unas piezas increíbles”, dice la documentalista argentina Carolina Segre.
El documentalista Ramiro Carrera y el arqueomusicólogo chileno José Pérez de Arce, estudioso de objetos sonoros prehispánicos por más de 30 años, complementan un equipo que el año pasado realizó una investigación similar con 20 piezas del Museo Pumapungo, de Cuenca.
El MAAC accedió a que los investigadores probaran con agua botellas silbatos originales, algo que pocos museos suelen permitir. El registro audiovisual de esas pruebas forma parte del documental que el grupo presentará este viernes, a las 19:00, en el MAAC.
Además del registro fotográfico, sonoro y audiovisual de las piezas, Sonidos de América montó un taller para replicar en arcilla los objetos arqueológicos, poniéndole énfasis al sistema acústico a fin de lograr un sonido fiel al original. El próximo viernes, además de la proyección del documental, el colectivo ofrecerá un concierto donde mostrará los sonidos y las historias recabadas durante el proceso investigativo.