El monstruo moderno cumple 200 años

En ‘El Vampiro’ escrito por John Polidori el monstruo no chupaba la sangre de sus víctimas.

En ‘El Vampiro’ escrito por John Polidori el monstruo no chupaba la sangre de sus víctimas.

En ‘El Vampiro’ escrito por John Polidori el monstruo no chupaba la sangre de sus víctimas.

Es la noche del 16 de junio de 1816 -el año sinverano-. En Villa Diodati, en una mansión ubicada frente al lago de Ginebra, en Suiza, están reunidos Lord Byron, Percy Shelley, Claire Clairmont, John Polidori y Mary Wollstonecraft. Estos jóvenes escritores están enfrascados en la lectura de ‘Phantasmagoriana’, una colección de cuentos alemanes sobre fantasmas, y ‘Christabel’, un poema largo escrito por Samuel Taylor Coleridge que narra una historia sobrenatural.

Lord Byron propone que todos se retiren a sus habitaciones y escriban un relato. Esa noche nacieron dos monstruos claves dentro de la literatura: Frankenstein, de MaryShelley (Wollstonecraft), y El vampiro, de John Polidori.

Estos seres concebidos en VillaDiodati marcaron un quiebre con la visión de lo monstruoso dentro de la literatura.Shelley y Polidori convirtieron a esos seres detestables, repugnantes y malignos, que estaban presentes desde la mitología griega, en un espejo del hombre moderno.

Lo atroz relacionado con la figura del monstruo se impregna desde ese momento de modernidad. La creación del doctor Víctor Frankenstein, el demiurgo del monstruo deMaryShelley, es un ser que físicamente resulta detestable, siniestro y lleno de odio, pero también un esperpento sin familia, ni recuerdos, ni pasado.

Prometeo es el titán que moldea hombres con barro, mientras que Frankenstein es el científico que utiliza la electricidad para cargar de vida a una criatura que luego lo detestará.

El monstruo creado porMaryShelley -un personaje sin nombre como muchas de las personas que empezaron a poblar las grandes ciudades durante el siglo XIX- es una criatura que comenzó a moldearse en la casa materna. Un espacio hasta donde llegaban pensadores y artistas radicales de Europa como el poeta William Blake, el filósofo Thomas Paine y el dramaturgo y escritor Thomas Holcroft .

Con el inicio de la modernidad también empezó el control y el manejo del cuerpo. Shelley, hija de un padre que había luchado por la libertad y la igualdad social, y una madre que se entregó a la defensa de los derechos de la mujer, entendió que su monstruo tenía que reflejar esas inquietudes que los hombres modernos se hacían sobre su cuerpo.

El mejor ejemplo de esta reflexión está en el cierre de la novela. “No tema usted, no cometeré más crímenes. Mi tarea ha terminado. Ni su vida ni la de ningún otro ser humano son necesarias ya para que se cumpla lo que debe cumplirse. Bastará con una sola existencia: la mía. Y no tardaré en efectuar esta inmolación. Dejaré su navío, tomaré el trineo que me ha conducido hasta aquí y me dirigiré al más alejado y septentrional lugar del hemisferio; allí recogeré todo cuanto pueda arder para construir una pira en la que pueda consumirse mi mísero cuerpo”.

En Villa Diodati, el vampiro creado por el joven doctor John Polidori -tenía 21 años cuando escribió la novela- también fue impregnado de modernidad. Su monstruo estuvo inspirado en un relato que Byron escribió como burla al aristócrata lord Ruthven. El vampiro se convirtió en un esperpento que dormía durante el día y deambulaba por la noche.

El monstruo de Polidori no chupaba sangre - esta característica aparecería con el Drácula de Bram Stoker- pero si era una criatura atravesada por dos órdenes diferentes, la coexistencia de la vida y la muerte en un mismo cuerpo, algo que en la literatura contemporánea se ve reflejado en la presencia de los zombies.

La crítica de este joven escritor, que buscaba alejarse del romanticismo literario, se enfocó más en el mundo interno del hombre moderno. Un ser al cual la energía eléctrica y los medios de comunicación le trastrocaron la vida.

A partir de la creación de los monstruos de Shelley y Polidori, esa ambigüedad encerrada en un mismo cuerpo gestaría un sinnúmero de nuevos monstruos dentro de la literatura universal. Criaturas que van desde el Jabberwock, de ‘Alicia a través del espejo’, de Lewis Carroll; el Calamar gigante de ‘20 000 leguas de viaje submarino’, de Julio Verne; hasta Pennywise, el payaso bailarín de Stephen King, el Barlog, de ‘El señor de los anillos’, de JRR Tolkien y H.P Lovecraft quien construyó un mundo de monstruos extraterrestres.

Durante el siglo XX, muchos de los hacedores de monstruos dentro de la literatura restaron importancia al aspecto físico y le dieron potencia a la psiquis de sus criaturas. Las reflexiones sobre la existencia y control del cuerpo se trasladaron a la del control del pensamiento a través de normas y reglas.

Este tipo de monstruo tiene referentes en relatos de escritores como Edgar Allan Poe, José Quiroga y Pablo Palacio. El escritor ecuatoriano fue el creador de el ‘Antropófago’, un relato cuyo protagonista es una criatura de cabeza grande y oscilante que está recluido en una penitenciaría. En esta historia la apariencia física pasa a segundo plano. Lo que aterra al lector es la psiquis de Nico Tiberio, un hombre con una vida aparentemente normal que un día después de una borrachera empieza a comerse a su hijo.

“Se abalanzó gozoso sobre él; lo levantó en sus brazos, y, abriendo mucho la boca, empezó a morderle la cara, arrancándole regulares trozos a cada dentellada, riendo, bufando, entusiasmándose cada vez más. El niño se esquivaba y él se lo comía por el lado más cercano, sin dignarse escoger”.

En las últimas décadas muchos escritores han trabajado en una resignificación del monstruo. Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y José Saramago han regresado la mirada a la mitología griega. Cortázar lo hace en el relato ‘Los Reyes’, donde reaparece el Minotauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Un esperpento al que Cortázar cubre de un halo de bondad y sabiduría.

Hoy los monstruos ya no están escondidos. Las tribus de zombies y vampiros que recorren la literatura actual transitan libremente por ciudades y pueblos. Los monstruos convertidos en los nuevos héroes de la vida

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