La cotidianidad y la actividad comercial en los mercados del Chota se refleja en las esculturas. Fotos: Mario Faustos / EL COMERCIO
María Olga de la Cruz cuenta que se crió con ‘unos patrones’ en Tulcán, pues a la muerte de su madre, su padre mandó a sus hijos a regalar. Con una de sus hermanas solo se volvería a ver hasta 35 años después.
Este testimonio se expone a manera de relato -al igual que el de otras mujeres jóvenes y adultas del valle del Chota-, que complementan una muestra de 13 esculturas de tamaño natural. Son retratos de personas originarias de esta cálida localidad, ubicada entre las provincias de Imbabura y Carchi.
‘La Carga’, obra de la escultora suizo ecuatoriana Alice Trepp que recoge los esfuerzos y las esperanzas de las mujeres del Chota, se expone en el Museo Nahim Isaías, de Guayaquil. La muestra estará abierta hasta el 17 de abril.
María Luisa Ogonaga, cuya escultura equilibra en la cabeza un voluminoso bulto, es otra pobladora de valle del Chota y humilde comerciante de mercado. Junto a su figura se relata cómo era la vida en casas con paredes de lodo, techos de paja y pisos de tierra. “Las camas eran de chaulla –que decíamos aquí a la caña – amarrada con alambre, sin colchón (…) Alcancé también eso”.
Las esculturas de tamaño natural en fibra de vidrio policromada muestran a mujeres vendiendo manzanas caramelizadas o transportando sobre sus cabezas cubetas de huevos, canastos con ciruelas y grandes recipientes de plástico con toda la vajilla dentro.
“La carga es la dureza de la vida que tienen ellas desde la niñez. Cargan con todo en realidad. Es toda una vida y toda una historia la que cargan ahí”, dice Trepp, vinculada al arte comunitario y a la escultura etnográfica.
Ella trabaja en torno a la solidaridad y observación de los modos de gestionar la vida de la gente. En los últimos años ha centrado su trabajo en los afrodescendientes, su alegría y esfuerzos en medio de condiciones adversas.
En el Chota trabajó principalmente con las comerciantes de frutas y verduras que encuentran en los mercados una “estrategia de supervivencia para vencer el escaso trabajo formal de poblaciones como Pusir, Piquiucho, Juncal, Chalguayacu o Chota”.
La muestra fotográfica ‘La vida del Chota’, con imágenes a color y en blanco y negro, de Patricio Estévez, acompaña esta exhibición con el entorno cotidiano de los personajes de Trepp. Dos videos con testimonios del trabajo en los mercados y el proceso de elaboración de las esculturas también se proyectan en este espacio.
Las obras se construyen con una estructura inicial de metal que soporta arcilla. Sobre ella se modela el barro y se cincelan los rasgos de la modelo, con estricto apego a su anatomía, centímetro a centímetro según la escultora.
Una vez reproducida la modelo con sus rasgos expresivos se confecciona un molde de yeso, que permite luego la reproducción en fibra de vidrio. La copia de la pieza original es sometida después a un proceso de iluminación con pinturas acrílicas y óleos, que reflejan la viveza de colores de la vestimenta de las mujeres.
La escultura de Mariana Delgado, sentada con las manos entrelazadas en el regazo y mirando al horizonte, rodeada de cargas de frutas y verduras, en la puerta del Museo, llama la atención por su realismo y por una carga de tristeza, que invita a visitar la muestra. “Yo soy feliz por la suerte que me ha tocado vivir”, dice la veterana vendedora en el texto que acompaña la escultura, a pesar de su estampa y de la historia que recoge el testimonio. “Hay que ser feliz donde Dios te coloca”.
Intercultural
La muestra de esculturas ‘La Carga’, que se exhibe en Guayaquil, refleja una parte de la vida de las afrodescendientes del valle andino