Juana Paillalef: ‘Hay que hablar del arte de los pueblos originarios’

Entrevista a Juana Paillalef , directora del Museo Mapuche Cañete quien estuvo en Quito para participar en Conversaciones con objetos: historia del arte y cultura material y compartir la cosmovisión del pueblo Mapuche. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

Entrevista a Juana Paillalef , directora del Museo Mapuche Cañete quien estuvo en Quito para participar en Conversaciones con objetos: historia del arte y cultura material y compartir la cosmovisión del pueblo Mapuche. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

Entrevista a Juana Paillalef , directora del Museo Mapuche Cañete quien estuvo en Quito para participar en Conversaciones con objetos: historia del arte y cultura material y compartir la cosmovisión del pueblo Mapuche. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.

Juana Paillalef estuvo en Quito para participar en Conversaciones con objetos: historia del arte y cultura material, un evento organizado por el Goethe-Institut y el Museo Casa del Alabado. Un día antes del encuentro, conversó con este Diario sobre el espacio que dirige, el Museo Mapuche, en Chile.

¿En qué contexto apareció el Museo Mapuche?

Se creó en el año 69 y abrió sus puertas al público en el año 77 en plena dictadura. En un contexto donde los vecinos de Cañete que, ahora es una ciudad que está cerca de Concepción, empezaron a acumular mucho patrimonio material, sobre todo, objetos que la gente mapuche llevaba para hacer trueque. En un momento se acumuló tanto que surgió la idea de hacer una pequeña muestra museográfica, que al final se transformó en el actual museo.

¿Cómo se ha ido transformando la propuesta museográfica del museo?

Al principio el museo fue un popurrí de cosas sin participación plena de las comunidades que estaban representadas detrás de esas vitrinas. El museo pasó así 30 años desde 1977 hasta el 2008 que lo cerramos para hacer una nueva propuesta. En el 2001, cuando llegué al museo, comenzamos a hacer la evaluación de lo que había en el interior y logramos hacer una planificación estratégica y se logró que la Dirección Nacional de Bibliotecas, Archivos y Museos nos ayude para que las comunidades mapuches participen.

¿Qué se cuenta en el nuevo guión?

Se cuenta un poco lo que las comunidades quieren contar y quieren mostrar. Eso es muy importante porque no fue una decisión solo nuestra sino que fue una decisión territorial. La gente quiso mostrar su pasado pero también lo que les está pasando ahora. Hay muchos testimonios de gente que todavía está viva y eso hace que el museo no sea solo conceptual, sino también testimonial.

¿Cuántas personas son parte del pueblo Mapuche, en Chile?

En el último censo que se hizo en Chile éramos un millón y medio solo mapuches, porque hay otros pueblos originarios y también están los afrodescendientes.

¿Siente que la cosmovisión Mapuche está representada en el museo?

La cosmovisión del pueblo Mapuche es el eje transversal del guion y de todo lo que pasa dentro y fuera del museo, porque está instalado en nueve hectáreas de terreno. Es importante señalar que muchas de las comunidades mapuches quedaron sin tierra por la avanzada del neoliberalismo y los monocultivos. La gente pidió este espacio para realizar sus actividades religiosas. Entras al museo y luego sales del edificio y te encuentras con toda una museología viva.

¿Cuáles son los rasgos identitarios de la cultura Mapuche?

El Abya-Yala era uno solo, por lo tanto esas características tienen que ver con esas formas de mirar nuestro mundo, y nuestro alrededor que se parecen mucho en toda la región. Nos ponemos a conversar con los hermanos quechuas y nos damos cuenta que somos iguales. Tenemos la misma forma de ver el mundo pero desde diferentes formatos, además nos une un mismo sistema montañoso.

¿Qué pasa con el arte que se produce en los pueblos del Abya-Ayala frente a los discursos que se construyen desde Occidente?

Los discursos de Occidente parten de la negación del otro, de todas estas formas de vivir y de relacionarnos que se construyen desde los pueblos del Abya-Ayala. Eso tiene que ver con algo que pasó y sigue pasando y que es la colonización de nuestro ser, el blanqueamiento de nuestros sentimientos, que hasta nosotros mismos nos negamos. Museos como el Mapuche de Cañete, están logrando que ese imaginario de negación cambie. El trabajo que se está haciendo en otros espacios, a lo largo de la región, es importante porque ya no se habla de artesanías sino de arte de los pueblos originarios y arte de los pueblos precolombinos.

¿Artesanía es una palabra que descalifica el trabajo de los artistas de los pueblos originarios?

Hay bastante de eso porque si no a esta altura no viviríamos en Latinoamérica con un tipo de urbanismo de características coloniales. Lo colonial viene de Europa y no de acá. Respecto al trabajo artístico de los pueblos originarios hay mucho de identidad borrada, de una identidad anulada. Para ser y creerte una persona tienes que tener un documento que te diga que lo eres.

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