El actor de teatro cine y televisión Diego Naranjo también trabaja como miembro del directorio de una empresa en el sector de la agroindustria. Foto: EL COMERCIO.
A los 8 años, Diego Naranjo se encontró con la actuación en escenarios atípicos como la baranda de un tercer piso donde jugaba al equilibrista o el patio de la escuela donde pretendía ser un piloto de carreras.
En casa creció escuchando a su madre cantar boleros y a su padre economista vinculado al ambiente intelectual y artístico de Quito. En la Academia Militar Ecuador se encontró con Sixto Salguero, quien dirigía el club de teatro del colegio, con quien inició una aproximación consciente en el mundo del teatro.
Sin embargo, cuando tomó la decisión de abrazar la actuación como un oficio permanente se topó con una cierta resistencia inicial de su padre, que luego se transformó en un discreto orgullo al ver los resultados de un complejo y arduo sobre el escenario. Desde entonces, han sido alrededor de 47 años de gratas experiencias y frustraciones como actor en teatro, cine, televisión y publicidad.
Una profesión y un estilo de vida que comparte con su trabajo como miembro del directorio de una empresa en el sector de la agroindustria y también con el oficio de ser padre de tres hijos y abuelo de siete nietos. Descendencia en la que también se han revelado dotes artísticas.
Es así que su hija mayor heredó la afición familiar por el baile, especialmente la salsa, y además de su profesión como Psicóloga es una bailadora de flamenco. Su hijo menor, que estudia Medicina, llegó a involucrarse en las corridas de toros, actividad de la que también disfruta Naranjo y que describe como una gran monólogo con un hombre enfrentado con aplomo a la embestida del animal, en un espectáculo con elevadas dosis de arte.
“Eso de ser papá genera una distancia en cuanto a lo que uno tiene como sueño personal sobre sus hijos”, explica Naranjo sobre la primera impresión sobre la decisión de su segunda hija de dedicarse por completo a la danza aérea. Confiesa que ahora siente un gran orgullo como espectador y como padre, se angustia.
Ahora en su faceta como abuelo, el actor ecuatoriano asegura que “la experiencia de ser abuelo no se compara con la de ser padre. Soy una persona entregada a mis hijos y mis nietos. Uno de abuelo tiene el privilegio de cuando los nietos llegan a la casa los papás no tienen autoridad en ese espacio”.