Un encuentro coincidencial y una llamada telefónica dispararon el trabajo para llegar al montaje y estreno de ‘TempoClown’, obra que se presenta en el Teatro Patio de Comedias hasta el 27 de mayo.
El encuentro fue entre el actor Christoph Baumann y el teatrista argentino Víctor Stilveman, conocido en las tablas del país por los talleres de clown que brinda frecuentemente. En un almuerzo sus personalidades empataron y Baumann se dejó fascinar por el universo del clown.
La llamada, en cambio, llegó al teléfono de Eduardo ‘Mosquito’ Mosquera (quien ya ha tenido experiencia con el teatro gestual desde la escuela del Cronopio); era Baumann con un proyecto entre manos, un proyecto que los uniría tras seis años de no trabajar juntos sobre escena. Recordando esa buena química que los unía a ellos en el Laboratorio Cómico, bajo la dirección de Pepe Morán, se volcaron al clown y a esta propuesta que hoy inicia su segunda semana de funciones.
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En estos seis años de separación cada quien optó por su camino. Morán se fue por la narración oral; al ‘Mosquito’ se lo vio en algunas comedias; y Christoph se embarcó en la tragedia de ‘Hamlet’, que estuvo recientemente en escena, y en algunas películas, asumiéndolo como un unipersonal, para a la par embarcarse en un camión y dar la vuelta al Ecuador en ‘Tablas sobre ruedas’.
Pero a nuevos días, nuevas propuestas, y así Baumann y Mosquera llegaron a ‘TempoClown’. Se trata de una obra que surgió como parte de un taller de Stilveman, una obra que se hizo desde el juego y la improvisación, para crecer entre risas.
En ella las características físicas de esta singular pareja teatral también se prestan para el humor, pues se corresponden con aspectos de sus clowns, uno el que planifica y otro el que no deja que esos planes se hagan y menos lleguen a término.
El tema que salió de esas improvisaciones es –justamente tras años de conocerse– el de la edad, el envejecimiento y el paso del tiempo. Pero como esta temática es tratada desde el clown se plantearon buscar las posibilidades para la pausa, para detener el tiempo y saltar en él. Una supuesta bomba detona las acciones para la obra. Donde ellos se divierten y divierten al espectador, ya sobre escena o rompiendo la cuarta pared, haciendo que el público sea parte de esa dimensión jocosa y chiflada que consiguen estos dos actores.