En agosto del 2010, Claudio Cañizares abrió las puertas de su casa a este Diario. Foto: Archivo /EL COMERCIO
Junto a otros destacados especialistas, Claudio Cañizares fundó en 1970 el Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM). Pero él ahora recuerda poco de sus logros. En los albores del HCAM, del IESS, no existía un banco de sangre.Cuando un paciente necesitaba de pintas para salvar su vida debía esperar a que llegaran de la Cruz Roja, luego de un trámite engorroso.
El hematólogo Claudio Cañizares vivió esa etapa en la que la vida de los pacientes estaba frecuentemente en riesgo. Por eso él inició una cruzada para que la casa de salud tuviera su banco de sangre, el mismo que funciona hasta ahora.
Con este, también creó un sistema que impida su desabastecimiento. Fomentó la donación voluntaria y fue el primero en el país que se levantó las mangas de su bata blanca para que otros siguieran su ejemplo.
Se trata solo de una muestra del aporte que hizo al HCAM. Su esposa, Consuelo Esguerra, recuerda que luego peleó para que el hospital adquiriera un microscopio electrónico.
Para esa época representaba toda una innovación, que ponía al hospital en la vanguardia tecnológica. El aparato permitía alcanzar ampliaciones del objeto observado 5 100 veces más potentes que los tradicionales.
Hacia inicios de 1960 obtuvo un PhD en Biología Celular en la Universidad Autónoma Nacional de México. Pese a los pedidos de las autoridades de esa institución para que se quedara en ese país, Cañizares se negó.
Quería regresar a su tierra. Tenía un compromiso con el desarrollo de la salud, de la ciencia y la investigación.
Un mal cerebrovascular mermó su estado salud y lo mantiene ahora en una de las habitaciones del centro de cuidados paliativos ABEI, de Quito. Decayó en la época en que fue director del Hospital Carlos Andrade Marín, en el 2005.
Durante su administración denunció irregularidades en los contratos para la adquisición de medicinas; las denuncias desembocaron en su salida.
El estrés, las presiones y el trajín del momento por sacar el hospital adelante influyeron. Enfrentó una operación de corazón abierto. Luego, por recomendación médica, se alejó de la función pública.
Se jubiló, tras un proceso de siete meses, y la pensión que obtuvo le ha permitido costear parte de sus gastos médicos. En 2008, a través de la Resolución C.D. del IESS, su pensión se redujo al 50 por ciento.
Fue un golpe para él y para toda su familia. No entendían cómo, luego de haber dedicado una vida a la institución, esta le era tan esquiva. “Fueron 36 años de apostolado. Lo dejaron desprotegido en el sentido económico”, dijo Esguerra.
Tuvieron que unirse con los otros extrabajadores que pasaron por el mismo problema para emprender un proceso judicial. “Lo hicimos no por compasión sino por justicia”, agregó su esposa. Al final, el proceso lo ganaron los jubilados y el 100% de las pensiones volvieron a pagarse.
Esguerra volvió a evocar lo que ocurrió en ese 2006 tras escuchar en los medios de comunicación que ahora -en circunstancias totalmente diferentes- a otros extrabajadores se les ha suspendido el pago de sus pensiones.
Pero así como hubo momentos amargos también resalta otros que atesora con aprecio y consideración. Como la entrega del Premio Eugenio Espejo, que recibió en el 2010.
Se lo dio el presidente Rafael Correa, en el Salón Amarillo del Palacio de Carondelet. El Mandatario tuvo una deferencia especial para el médico; lo abrazó con afecto cuando lo felicitó. Ahí se recordó su obra estrella, el libro ‘Las Plaquetas’, que trata sobre investigaciones sanguíneas.
Entonces, este Diario le hizo una entrevista. Aún podía expresarse por sí solo. Cuándo se le preguntó sobre los retos de la medicina en el Ecuador contestó: mayor inversión pública.
“Esa inversión pública puede garantizar un acceso mayoritario a los servicios; acá más que nada se hace inversión para lucro, desde la empresa privada, y al tener ese tipo de inversión se limita el acceso. Solo la inversión pública garantizará estos conocimientos”.
Ahora Cañizares tiene 84 años. Está más débil, aunque encuentra fortaleza en sus hijos y esposa. Este 22 de noviembre cumplirán 62 años de casados. 62 años de cariño, sacrificios y luchas compartidas.