El malecón incluye un ágora, un área de juegos infantiles, plaza y mural alegórico, locales y un edificio de uso múltiple. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Tras casi tres horas de buceo a pulmón frente a la playa de Ballenita, Andrés Tomalá emerge del mar vestido de negro, con un punzón, careta, esnórquel, aletas y con cinco pulpos en su funda de captura. El joven de 22 años se dedica a la pesca hace seis y le hace honor a la herencia de sus mayores y a la fama de sus ancestros. Una casta de buceadores precolombinos de concha Spondylus.
Los pulpos, que tienen diferentes tipos de camuflaje, son capturados entre las rocas a unos pocos centímetros bajo el agua en la orilla hasta 7 metros de profundidad en la punta noreste de la playa, una zona rocosa y de baja profundidad, que se extiende a unos 120 metros desde la orilla. “Casi todos los días se puede bucear, menos cuando el mar está bravo. El único peligro son los tiburones, hace tiempo que no los avistamos”, explica Andrés.
El pulpo es símbolo de Ballenita, pequeña comunidad pesquera ubicada a poco más de 3 km del centro del cantón Santa Elena. Es de uno de los balnearios más antiguos y tradicionales de la provincia de Santa Elena, que estrena un nuevo malecón escénico y potencia su oferta turística.
La comuna organiza este fin de semana por el feriado el Festival Gastronómico del Pulpo, con toda una variedad de platillos preparados con los moluscos que se atrapan en las inmediaciones. Una oferta que se une al menú habitual de mariscos de las ocho cabañas del Mirador Pico Loco.
El Malecón, inaugurado en agosto por el Municipio de Santa Elena y construido en 1 140 metros cuadrados, le imprime un nuevo aire a la playa, que tiene un pequeño acantilado y forma una ensenada.
El diseño está dominado por una columna cilíndrica de 20 metros de altura, como una suerte de faro. Se trata de un mirador panorámico de dos niveles, que sobresale 35 metros desde la orilla hacia el mar y que conecta con tierra con una rampa de hormigón que simula una especie de muelle.
La estructura dispone de muros de hormigón de 250 metros de extensión y unos 10 metros de altura, adornados con figuras de peces y colas de ballena, con escalinatas y rampas de acceso a la playa. La obra se construyó con una inversión de USD 4 450 000.
El alcalde de Santa Elena, Dionicio Gonzabay, indicó en la inauguración que el malecón enaltece el lugar donde nace la identidad peninsular, en referencia a Las Vegas, primera cultura arqueológica conocida que se asentó en los actuales territorios de Ecuador y que se desarrolló en Santa Elena hace más de 10 000 años.
La gastronomía a base de pescado, camarón, concha, calamar, mejillones y pulpo es otro de los atractivos de la zona. En el Mirador Pico Loco funcionan desde el 2007 ocho restaurantes de comida típica. La estructura, ubicada en la parte noreste de la playa, quedó desvinculada del malecón y hay que bajar a la playa para acceder por las escalinatas a ese mirador, que cuenta además con un acceso vehicular.
“Los platos estrellas son los cebiches y el arroz marinero. La inauguración del malecón nos ha traído más clientes, y el Alcalde se ha comprometido a conectar el malecón con este mirador, que fue producto también de la regeneración”, indicó Raúl Menoscal, de Cebichería El Barquito, que tiene 15 años en el lugar.
En Lomas de Ballenita se asientan hoteles y residencias de retiro, en un cerro entre la playa de la comuna y la playa Capaes. En lo alto se hallan el Mirador y la Galería Náutica de la hostería Farallón Dillón.
Allí se exhiben réplicas de piezas precolombinas, esculturas en madera, piezas de barcos convertidos en muebles, artesanías y antigüedades. La muestra incluye partes del viejo galeón conocido como La Capitana, hundido en 1964 frente a las costas de Chanduy y rescatado en los años 90.
El Farallón Dillón representa lo que Ballenita también profesa: el turismo de cultura, de naturaleza y de salud, pues cuenta con un clima privilegiado durante todo el año, según destaca Douglas Dillón, gerente de la hostería.
“El incremento de turistas que está trayendo el nuevo malecón debe ir de la mano con un ordenamiento y un plan de administración. Es una obra que bendice al destino, pero hemos visto un poco de desorden, con vendedores ambulantes y desechos, los fines de semana”, dijo Dillón.