Los agricultores cuidan la flora y la fauna de 15 000 hectáreas del Parque Nacional Sangay
En una franja de 15 000 hectáreas (ha) de la zona baja del Parque Nacional Sangay, en la provincia del Cañar, 12 campesinos cuidan este territorio de cualquier intervención.
Ellos forman parte de la Microempresa de Promotores Ambientales Cutil, que pertenece a las parroquias Rivera y Pindilig, ubicadas en la zona oriental del cantón Azogues.
El Sangay se extiende sobre la Cordillera Oriental, entre páramos y bosques altoandinos y subtropicales. Por su geografía y biodiversidad, la Unesco declaró al parque Patrimonio Natural de la Humanidad, en 1983. Tiene 517 765 ha y abarca parte de las provincias de Tungurahua, Chimborazo, Cañar y Morona Santiago.
En el territorio de Cañar está la naciente del río Paute, cuyo caudal aporta para la generación eléctrica. Por esa importancia, en el 2009 nació la microempresa con el apoyo de Celec-Hidropaute, la Fundación Cordillera Tropical y el Ministerio del Ambiente.
El proyecto empezó con campañas de concienciación ambiental para los habitantes de las comunidades de Monay, Dudas, Llavilcay y Colepato, por donde se extiende el bosque. De allí -con las personas interesadas- se armó la microempresa de emprendedores ambientales, contó la coordinadora, Karina Chamorro.
Su tarea es recorrer en parejas, de lunes a viernes, el bosque para constatar que no exista tala de árboles, encauzamiento de escorrentías de agua, afectación a las lagunas, cacería de animales o quemas.
Hace dos semanas todavía goteaba el agua en las hojas de los árboles, después del aguacero nocturno, cuando Homero Abad y Johnny Cedeño se internaron en el bosque. Como de costumbre, partieron antes de las 08:00 de su comunidad denominada Monay.
En sus manos llevaban un GPS para ubicarse y una cámara fotográfica para registrar los pormenores del recorrido. Hacen reportes de la biodiversidad, mamíferos identificados y posibles nuevas especies. “Uno puede pasarse la vida entera y cada día sorprenderse por algo nuevo”, aseguró Abad.
En el bosque hay una infinidad de sonidos de los pericos, pájaros carpinteros, ardillas… Los emprendedores identifican con facilidad cada especie de este hábitat porque viven en este entorno y a lo largo de los años han sido capacitados.
Esta zona alberga animales como los osos de anteojos, pumas, venados, cabras, puerco espín, entre otros. Estas especies han sido captadas a través de las cámaras trampas colocadas en el bosque. Otros animales -como los osos y los venados- han sido vistos por casi todos los emprendedores a lo largo de su trabajo.
“Cuando me encuentro a uno de estos animales me quedo quieto para disfrutar de su presencia”, dijo Cedeño. Los patrullajes implican levantar cada 15 días el registro de la biodiversidad existente. Lo hacen en la reunión grupal.
También, reportan mediante un informe al Ministerio del Ambiente, cuando identifican intervenciones. Por ejemplo, hace dos años denunciaron la cacería y matanza de un oso de anteojos en la comunidad de Huangras. Los técnicos del Ministerio ubicaron a los responsables e impusieron las sanciones, dijo la coordinadora Chamorro. Ellos también son una alerta ante posibles incendios forestales y hacen mantenimiento de los senderos.
Remigio Orellana, de la comunidad de Dudas, contó que trabajan con los habitantes y los estudiantes de las escuelas en campañas de educación ambiental, reforestación, mingas de limpieza de la basura… “Nuestro trabajo es entregado al cuidado de la biodiversidad y el agua”, agregó.
Por estas tareas, los emprendedores reciben un sueldo básico como remuneración mensual. El proyecto maneja un presupuesto anual de USD 180 000 y su vigencia depende del apoyo económico de las instituciones vinculadas con el cuidado ambiental.
A Flor Vintimilla y Henry Ávila, de la comunidad de Llavilcay, no les deja de sorprender la flora sobre todo los arrayanes, cuyas raíces se alzan como columnas y sus ramas están cubiertas de orquídeas y las bromelias que sustentan comunidades de insectos.