La estatua de un niño lustrabotas, en las calles Panamá y Luzárraga, fue cuestionada como una reafirmación del trabajo infantil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
En los últimos 20 años ha sido una constante que el arte público erigido en Guayaquil encienda fácilmente la polémica. Entre las piezas está, por ejemplo, la estatua de un niño lustrabotas frente a una banca, en la zona regenerada de la calle Panamá, en el centro. Fue inaugurada en el 2014 y cuestionada como la glorificación al trabajo infantil.
Unas manos gigantes de aluminio, que están suspendidas una frente a otra sin rozarse, son un monumento a la ‘Hospitalidad’ (2017). Pero evocaron más bien a la corrupción o la coima, según sus críticos. Tienen 15 metros de alto y están en la avenida De las Américas, en el norte de la ciudad.
La obra controvertida de turno se titula ‘Raíces de luz eterna’, una escultura en cerámica levantada por las fiestas de fundación de la urbe. Las figuras humanas aferradas a las raíces de un árbol, entrelazadas en el suelo, están bajo un vidrio que soporta el peso de los transeúntes de la calle Rumichaca. El conjunto fue recibido como un supuesto agravio, pues se interpretó como una referencia a los muertos que permanecieron en las calles durante los picos de terror de marzo y abril, por el covid-19.
La obra ‘Raíces de luz eterna’, en Rumichaca y Luque, se hizo como un “símbolo del renacimiento” y genera curiosidad de la gente. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
El Cabildo explicó que se erigió como un símbolo de coraje, fortaleza y renacimiento tras las protestas de octubre; un árbol arrancado se resembró.
Busto del exalcalde León Febres Cordero, de 5 metros de altura y de 1,7 toneladas de peso, se levanta en una pileta del Malecón. La idea era ubicarlo en el sector de Las Peñas. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
El mural de los Astilleros, en La Atarazana, tuvo que ser corregido porque con fondos públicos se incluyó a funcionarios de la Alcaldía. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Monolito en mármol instalado en La Planchada, en Las Peñas, ante la imposibilidad de ubicar el busto en honor a León Febres Cordero. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO