El arte de Jan Baras-Komski, prisionero del campo de concentración-recuerda el horror vivido por los reclusos en Auschwitz.
“Arbeit macht frei”. La lapidaria frase de que “el trabajo (te) libera” es la primera que quedó guardada en la mente de miles de judíos y prisioneros de guerra quienes, entre 1940 y 1945, sobrevivieron o murieron en el campo de concentración de Auschwitz, que hoy, 27 de enero, hace 70 años dejó de ser una de los sitios más tenebrosos del mundo, gracias a la acción del ejército soviético.
Simbolo del Holocausto, Auschwitz ha permanecido vivo en la memoria del siglo XX no solo por toda la historia de horror que lo atraviesa. Pintores, escritores, músicos y demás cultores de las artes hicieron de este campo de concentración la excusa para crear piezas de la más diversa índole.
Entre los primeros registros artísticos y culturales que Auschwitz dejó es a través de la palabra. Y en este punto vale recordar a Paul Celan, poeta alemán de origen judío rumano que durante el período de persecución tuvo que esconderse en una fábrica de cosméticos mientras su familia era exterminada en Transnistria. Este episodio dejó una huella profunda en la memoria del escritor, quien al final de la guerra escribió el poema Muerte en fuga:
“Leche negra de la madrugada la bebemos de tarde
la bebemos al mediodía de mañana la bebemos
de noche la bebemos y bebemos
abrimos una tumba en el aire -ahí no se yace
incómodo-
Un hombre habita la casa él juega con las serpientes
él escribe él escribe mientras oscurece a Alemania
tu pelo dorado Margarita
lo escribe y sale de la casa y fulguran las estrellas silba
a sus judíos hace abrir una tumba en la tierra
nos manda “tocad ya para el baile”.
Desde la narrativa, y ya sobre la experiencia de permanecer encerrado en el sitio donde se respiraba muerte, Primo Levi se convirtió en el autor de ‘Si esto es un hombre’, texto que habla de cotidianidad que se vive en medio del exterminio.
También la música ha permitido que Auschwitz no sea olvidada en el tiempo. Ya desde la época de su construcción, este campo de concentración fue también la morada de cientos de instrumentistas polacos. Hacinados, ellos se vieron obligados a ofrecer conciertos durante todos los días a los otros prisioneros, oficiales y visitantes del lugar.
Por lo general, las grandes presentaciones, que se realizaban los domingos, estaban reservadas para altos oficiales y sus amigos. La Orquesta de Prisioneros, como se la conocía, la podían conformar cualquier persona menos los judíos. Entre los oficiales de las SS eran llamados los “esclavos musicales”.
Entre esos esclavos hay que recordar, sin lugar a dudas, a Alma Rosé, la única judía que fue sepultada por miembros del ejército nazi. Como muy pocas mujeres, ella obtuvo ciertos beneficios dentro del campo de concentración gracias a su virtuosismo con el violín (algo casi hereditario ; era sobrina de Gustav Mahler).
Además, fue la directora de Mädchenorchester von Auschwitz, la orquesta femenina del lugar la cual fue conformada por mujeres cuya única motivación era sobrevivir por un día más en medio del horror generado allí.
La pintura y las artes plásticas son otros dos reductos para repensar la historia de Auschwitz. Aquí vale recordar a Jan Baras-Komski, artista polaco que logró escapar del campo de concentración en diciembre de 1942 para luego volver a ser capturado y entregado nuevamente a este sitio.
Luego de la guerra, y debido a su permanencia en este lugar, dio forma a un universo pictórico en el cual es retratada la historia de los hombres y mujeres dentro de las rejas de Auschwitz.