El común de los ciudadanos tiene derecho a conocer y comprender los perfiles del entorno público de su país y del mundo globalizado, al margen de que, por su obvia acuciosidad, ser acusado de “linchamiento mediático”. En las primeras horas de los noticieros de televisión, del lunes pasado, los espacios fueron desviados para cubrir una rueda de prensa del Canciller ecuatoriano sobre la versión oficial del caso de Edward Snowen. Debido a la hora de la cobertura y sin previo aviso, se supuso que se trataba de informar sobre la decisión oficial de conceder el asilo al acusado de delitos contra la seguridad de Estados Unidos de América.
Igual sorpresa se repitió al final de la intervención, pues luego de una exuberante exposición jurídica, política e ideológica contra EE.UU., se informó que el Ecuador, con mucha prudencia y en defensa de la soberanía nacional, analizaría el caso. Aunque pueda parecer un desacato hay una pregunta elemental: ¿cuál fue el motivo de la rueda de prensa en Vietnam? ¿Fue solo un prolegómeno, un marcar terreno anticipadamente de parte del señor Canciller y prevenir que el Ecuador adoptara una posición de la cual Rusia y China se han librado usando el patentado hábito de Pilato? Horas más tarde la situación diplomáticamente empeoró pues el Ecuador parece que decidió utilizar la figura de “refugiado en tránsito”, protegido por una ruta secreta según informó nuestro vocero en Londres, Julián Asange.
Ecuador es un país atractivo y sugerente, en muchos capítulos desconocido.
Su parca historia de violencia, si se la compara con los vecinos, debe ser un valor muy positivo; incluso, el hecho de gozar en la actualidad de estabilidad política, aunque al margen de la democracia, y de una economía fiable en el corto palazo debe ser un motivo de especial atención; sin embargo, también somos objeto de cautela, pues en uso de la soberanía, somos pródigos en los casos de dar protección diplomática a Assange o a Edwards que supuestamente son protagonistas de actos contrarios a la seguridad nacional de los EE.UU.
Los tiempos cambiaron y la globalización, luego de la Guerra Fría, impone un marco de referencia en la cual la interdependencia y los pactos supra soberanía entre los Estados son la tónica dominante en el siglo XXI.
En este contexto, cabe la pregunta de por qué estos personajes buscan nuestro suelo y no el de países más afines para su posición antiimperio como Irán, Corea del Norte, Cuba o Venezuela y, por el contrario, acuden a un país con escasa incidencia en el concierto político internacional. Buena la exposición doctrinaria del Canciller en Vietnam, pero queda para el ciudadano la inquietud de saber a qué jugamos, qué perseguimos y por qué actuamos de una manera dispar a otras naciones vecinas. No hay que olvidar que somos un país que planifica -¿o planificaba?- abrirse a la economía de inversiones mundiales, con nuevo Ministerio incluido.