Cuando las desgracias “sobre todo políticas” acosan a los pueblos, uno de los baluartes morales para resistir es el repaso de la historia patria a fin de entender el turbulento presente y con suerte, avizorar tiempos mejores. Si la referencia se ubica en el espantoso desastre que vive el pueblo venezolano, desconcertado por un jefe de Estado que decide qué billete debe circular, este recurso se vuelve indispensable hasta el día “D”, que debe estar cerca para las naciones embrujadas de Sudamérica.
La Antigua Pequeña Venecia, sin otro adjetivo decorativo como aquel del socialismo del siglo XXI, es acreedora a una ilustre historia. Su suelo fue cuna de precursores y libertadores del coloniaje español. El prócer de América Francisco de Miranda, junto a Eugenio de Santa Cruz y Espejo, el maestro Simón Rodríguez y Libertadores como Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, fueron la avanzada triunfal de la independencia de cinco naciones.
Sin embargo, la historia de ese pueblo vilipendiado por una atrabiliaria dictadura, no se detuvo. América tuvo que aprender y agradecer del aporte continental de Andrés Bello como de la siembra democrática de Rómulo Gallegos, destituido después de obtener el 80% de los votos y universalmente conocido por su clásica “Doña Bárbara”. Es verdad que el petróleo arrasó con gran parte de la economía productiva y moral pública venezolana, pero no es pretexto para confundir el pasado de una nación de cultura, arte y literatura, con el circo actual, donde los gobernantes se esfuerzan en conseguir y sin lograrlo, hacer el papel de los payasos en un circo de tercera. Con seguridad, Arturo Uslar Pietri, ante tal espectáculo, enterraría sus “Las lanzas Coloradas”.
El término chimbo en el lenguaje cotidiano ecuatoriano equivale a falso y desdeñable. En consecuencia, resulta aceptable usarlo para explicar el caos de los billetes causado en Venezuela. A diferencia de la situación de otros países, no se creó una nueva moneda ni se suprimieron los ceros de la denominación. Se aumentaron y se ofreció su canje por nuevos billetes donde se multiplican los números, pero se mantiene la forma, el color y el diseño exactamente igual. Un pueblo digno no merece tal desbarajuste. Ripley regresa y acumula nuevos datos exóticos al final del 2016.
Ojalá no se vuelvan a repetir los motivos que dieron lugar – simultáneamente a la circulación de los billusos – al editorial del diario caraqueño El Nacional del 15 de diciembre, ante el bochorno ocasionado en Buenos Aires por la representante diplomática del gobierno: “Los venezolanos estamos profundamente apenados con nuestros hermanos de los países del sur. Estos comportamientos nos producen un gran bochorno y una enorme tristeza. La diplomacia de Maduro y Delcy no nos representan, como tampoco nos representan Tarzán y la Mona Chita, simples y pasajeros personajes de ficción”.
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