El año que acaba me ha dado la oportunidad de leer novelas extraordinarias como la última de Javier Marías, ‘Berta Isla, comparable a mi gusto con otras enormes del autor español: ‘Mañana en la batalla piensa en mí’ y ‘Corazón tan blanco’. O las grandiosas obras: ‘Canadá’, del estadounidense Richard Ford; ‘Patria’, la premiada obra de Fernando Aramburu; y, ‘La novela de mi vida’ de Leonardo Padura.
Pasé, además, con gran deleite, por las páginas de ‘El Reino’ y ‘El Adversario’ de Emmanuel Carrere; y me estremecí con la historia de Shostakovich, relatada de forma magnífica por Julian Barnes en ‘El ruido del tiempo’. Disfruté con la novela de corte histórico ‘Agosto’, de Rubem Fonseca, y rendí un homenaje sincero al escritor Ricardo Piglia acariciando cada página de su última obra: ‘El camino de Ida’.
No puedo dejar de mencionar a ‘La mujer de la arena’, de Kobo Abe, asfixiante y genial, o la espléndida novela de Malcolm Lowry ‘Oscuro como la tumba en la que yace mi amigo’. Las relecturas, ese vicio al que siempre se vuelve, me llevaron este año por ‘Lolita’ de Nabokov y por ‘La novela de Perón’, de Tomás Eloy Martínez.
Pero sin duda este 2017 ha sido un año de descubrimientos, confirmaciones y admiración sinceras por varios escritores ecuatorianos que están haciendo un camino serio en el complicadísimo mundo de la literatura. Allí encontré a Mónica Ojeda con dos obras potentes y sobrecogedoras: ‘La Desfiguración Silva’ y ‘Nefando’. También leí ‘Tríptico de una ciudad’ de Ernesto Carrión, que retrata de forma espléndida al Guayaquil subterráneo, y que enlaza, además, la historia del paso del Che Guevara por esa ciudad a mediados del siglo XX. Debo mencionar que Carrión fue galardonado hace pocos días con el Premio Literario LIPP 2017, por su novela ‘El día en que me faltes’, de próxima circulación.
La gran escritora quiteña Gabriela Alemán nos regaló una verdadera joya titulada ‘Humo’, una historia intensa y muy bien hilvanada entre la ficción y la realidad en la época de la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay. Rafael Lugo publicó ‘207’, una obra profunda marcada por las frases geniales de este renombrado autor ecuatoriano. Con esta novela Lugo cerró la trilogía que empezó hace diez años con ‘20’ y a la que le siguió la obra ‘7’.
Jaime Marchán publicó una excelente novela política, retrato de un momento histórico de cualquier dictadura: ‘Anaconda Park’. El guayaquileño Andrés Emilio León sorprendió con su ópera prima, ‘Descartable’, y los lectores agradecimos también el libro de cuentos ‘Señorita Satán’, de varias autoras nacionales que, junto a los mencionados, incluyen sus nombres en la lista de nuevos autores ecuatorianos con trascendencia internacional.
Finalmente, entre otras lecturas de distintos géneros, resalto el didáctico ensayo novelístico de Leonardo Valencia ‘Moneda al aire’, y el primer poemario del joven autor Miguel Molina, ‘Postales’.