Mientras los partidarios y militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela cierran filas en manifestaciones tumultuarias y la sala constitucional del Tribunal Supremo realizó una interpretación forzada de la norma constitucional, los hechos dicen que Hugo Chávez no se posesionó para el mandato 2013- 2019.
La gravedad de su enfermedad -que le impidió cumplir con el mandato constitucional, la toma de posesión y, especialmente, la juramentación- mantiene en vilo a la opinión pública y genera interrogantes sobre el futuro.
Nicolás Maduro fue, técnicamente, vicepresidente ejecutivo hasta ayer. Él mismo no quiso ser calificado como Presidente encargado. Los chavistas sostienen que Hugo Chávez está en ejercicio de sus facultades y funciones aunque se halle incomunicado y con un estado de salud imposible de establecer, dado el hermetismo imperante. La ausencia temporal de la que habla la Constitución, que Chávez pidió respetar, establece períodos de encargo del poder.
Si la ausencia es definitiva Diosdado Cabello, reelegido como Presidente de la Asamblea, tiene la obligación de convocar a elecciones. Más allá de las muestras solidarias de aliados ideológicos solo con valor emocional, el vacío de poder, la incertidumbre que preocupa a partidarios y opositores, y el carácter temporal de un encargo de poder ficticio, generan una fragilidad que afecta la gobernabilidad.