Otra polémica decisión de la diplomacia ecuatoriana en Naciones Unidas se puso de manifiesto cuando el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas trató y votó una resolución para condenar la matanza provocada por la dictadura de Basshar el Asad.
Desde la Primavera Árabe, las protestas callejeras han recibido una feroz represión de las fuerzas del orden y han provocado miles de muertos en una guerra civil de pájaros contra escopetas que lleva un año y medio.
Naciones Unidas envió a un embajador especial, nada menos que a Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, quien dibujó un crítico panorama de la situación interna de ese país de Oriente Próximo.
Las Naciones Unidas, por intermedio de su Consejo de Derechos Humanos, aprobaron una resolución para proceder a una investigación integral, independiente y sin restricciones sobre la matanza de Hula, que ha recibido crítica universal.
Es curioso que Ecuador haya tenido una política zigzagueante con respecto a Siria, la dictadura y la represión. Hace 10 días condenó la matanza de Hula pero el viernes pasado se abstuvo de votar por la investigación. En febrero votó contra una resolución de la Asamblea General que condenaba las sistemáticas violaciones de los derechos humanos cometidas allí, y en marzo votó en abstención.
Nuestro país es signatario y está obligado a cumplir, por propio mandato constitucional, los acuerdos internacionales en materia de derechos humanos.
La política internacional la lleva el Gobierno, cierto es, pero cuánto importa mantener una línea coherente en esta materia delicada, de acuerdo con la tradición del Estado por las grandes causas de la humanidad y las libertades.