El invierno deja sentir sus duros efectos al inicio de 2017. Quito y varias provincias del Oriente y la Sierra lo experimentan.
En la capital, según los registros del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, INAMHI, ha llovido ya en seis días el equivalente al 46% de lo que suele llover en cada mes de enero, de acuerdo al comparativo anual.
El Municipio de Quito recibió 48 llamadas de emergencia y los accidentes de tránsito se han multiplicado.
Los datos explican con claridad que el estado de las llantas, de las luces y y las plumas debe ser óptimo, tanto como observar con cuidado los límites de velocidad. En las vías que circundan la ciudad, donde ese límite supera el urbano, los accidentes proliferan.
Lo propio ha ocurrido en otras vías del país, donde además se experimentan deslizamientos de tierra.
Si en Quito hay daños, lo mismo ha sucedido en ciudades de Tungurahua y las provincias amazónicas de Pastaza y Napo. Los ríos caudalosos dejaron ya su huella de destrucción con 180 casas afectadas y 12 personas evacuadas.
Es tiempo de recordar que el invierno no ha hecho más que empezar y, por lo visto, podría ser más crudo que en otras temporadas recientes.
Por estas razones debemos extremar cuidados al conducir, reforzar las zonas vulnerables en los muros y tapiales y ser prudentes en sitios aledaños a los ríos susceptibles de desbordarse.
Cabe cuidar con celo y extremas precauciones la vida y los bienes de la gente.