El 37 aniversario de la declaración de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad, que se recordó este 8 de septiembre, encuentra a la capital ecuatoriana frente a un cúmulo de desafíos y realidades.
Uno de los principales retos, qué duda cabe, es la solución de los problemas que una ciudad capital, como cualquier otra en el mundo, acumula con el paso de los años. Dificultades que también se conectan con el incremento del número de sus habitantes y, por consiguiente, con la demanda de más y nuevos servicios y de mejor calidad.
Las principales falencias ya fueron en su momento identificadas por el actual Alcalde capitalino. Mauricio Rodas, el año pasado y antes de asumir el cargo, las mencionó: la movilidad, la seguridad, el rescate de espacios públicos y la prevención del delito.
Dado que es una necesidad impostergable, la capital ecuatoriana y sus autoridades, en conjunto con el Gobierno central, precisan de acciones más duraderas y efectivas, para superar esos problemas.
Una ciudad que es Patrimonio mundial, asimismo y como lo han hecho otras de su género, necesita de sostenidos programas para, por ejemplo, captar la atención de un mayor número de visitantes, año tras año. Esos planes, lógicamente, debieran empatar con los esfuerzos loables de volver al país una potencia turística, de la cual Quito es uno de sus principales destinos.
El mayor reto, aparte de preservar el simpar patrimonio, es hacer de la capital una ciudad con mejores servicios.