La reubicación del aeropuerto y las normas para densificar la ciudad pasan por otros debates como la vialidad y la seguridad.
Hace más de un año se estudian reformas a la ordenanza constructiva para mover los márgenes de las edificaciones en rangos que van de los 15, 20, 25 y 30 pisos como máximo.
A esa expectativa podrían seguir los nuevos proyectos inmobiliarios que se han contenido durante estos años.
Ese problema aumenta por la vigencia de una Ley de Plusvalía contraproducente para un sector que dinamiza la economía y es fuente de empleos.
Pero hay muchos aspectos que se deben poner en perspectiva. Cierto es que las ciudades que crecen para arriba se debatieron en el gran foro que provocó Hábitat III en la ciudad de Quito.
Nuestra capital tiene varios problemas evidentes. La topografía, la carencia de vías anchas, y los impactos en la congestión de tránsito por cierto, los riesgos sísmicos en zonas vulnerables.
La topografía no tiene remedio. El crecimiento longitudinal de Quito produce cuellos de botella agudizados muchas veces por un pequeño o mediano accidente de tránsito.
Además, en zonas con precarios estacionamientos públicos, el aumentar la densificación creciendo en el número de pisos aumentará el problema. En rigor no se sabe si la operación futura del Metro remedie el problema o lo atenúe.
También merecen control drástico las normas constructivas para minimizar los impactos de sismos potenciales.