Las redes sociales marcan tendencias. Ayudan a la información, a la comunicación, al intercambio de opiniones y a la integración de comunidades; también pueden ser espacio para trivialidades.
Desde el punto de vista de la comunicación política, hay un salto exponencial. La plaza pública, el bando y el balcón que pedía en cada campaña el líder de multitudes José María Velasco Ibarra para ser presidente, han sido reemplazados por las redes.
Con la radio y la televisión, el impacto de la imagen empezó a superar a las ideas y las reflexiones. Hoy en día, los políticos intentan comunicarse directamente con los ciudadanos, especialmente con los más jóvenes.
Una declaración formal o una rueda de prensa, donde puede haber difíciles preguntas, se puede sustituir cómodamente con los 140 caracteres de un mensaje sencillo y directo.
Y si bien la gente se entera de muchos temas por las redes por su inmediatez, sigue acudiendo a la credibilidad de los medios para confirmar las noticias y reafirmar aquello que las redes han propagado sin límite.
Es lamentable que el anonimato utilizado en política para insultar y descalificar al adversario manche las virtudes de un instrumento poderoso, y a la vez salpique un debate que, bien canalizado, pudiera ser rico y virtuoso.
Cuando se avecina una campaña, los políticos debieran usar las redes como una de las plataformas para explicar sus propuestas y sus programas.