El panorama económico fue complicado para el país en el ejercicio fiscal del 2016.
El cálculo de USD 35 por barril de petróleo dentro del presupuesto terminó en ese rango: aunque el precio tuvo una baja considerable en el primer trimestre, luego se recuperó. Queda por saber cómo influirá en los ingresos del 2017 el compromiso ante la OPEP de rebajar la cuota de producción.
Pero el tema es que este año, como el propio Gobierno advirtió, fue difícil, pero no solo por la recesión sino por la sobreestimación de ingresos.
Era previsible que en un año de contracción económica bajara la recaudación tributaria, más cuando se restringieron las importaciones y se redujo el consumo, lo cual se tradujo en menos ingresos por el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que es un termómetro del dinamismo del sector productivo. Otro indicador es el desempleo y subempleo, que aumentaron este año.
En este escenario, la brecha fiscal aumentó y las necesidades de financiamiento se duplicaron frente a lo previsto a inicios de año. La reducción del tamaño del aparato estatal no llegó. La colocación de bonos a altas tasas, el acceso a la liquidez del Central, las preventas petroleras, entre otras fuentes de financiamiento, no auguran buenos momentos para el próximo gobierno.
Con un país endeudado y con una economía en recesión, afrontamos el inicio de un año donde la campaña electoral y los avatares políticos jugarán, acaso, un papel estelar.