Tras un año en el cual se dio prelación a la reinstitucionalización política y a la lucha contra la corrupción, se empezaron a ver decisiones encaminadas a enfrentar la ya larga crisis económica.
El presidente Lenín Moreno se puso al frente de la apertura y de la menor participación del Estado en la economía, encargó el Ministerio de Finanzas a un representante del sector privado y la Cancillería a alguien que comulga con la apertura de nuevos mercados.
Asimismo, se intenta crear un mejor ambiente con los organismos multilaterales con la idea de lograr créditos para mejorar las condiciones (plazos y tasas de interés) de la deuda pública que se disparó en la década pasada. De hecho, una misión del FMI estará dos semanas en el país para revisar las cifras, mientras que el BM anunció que la línea de crédito para Ecuador aumentó.
La semana pasada se firmó en Guayaquil un convenio con 114 empresas, las cuales se comprometieron a invertir USD 9 435 millones en cuatro años, siempre y cuando se apruebe la reforma económica enviada con el carácter de urgente al Legislativo.
En la Asamblea no se observa ese mismo ánimo, incluso en sectores que apoyan la reactivación bajo los parámetros de apertura e incentivos a la inversión. El debate se suspendió el martes en la noche, a la espera de que otras propuestas se incluyan en el proyecto de Ley.
El golpe de timón en el manejo económico pudiera perder legitimidad si no hay suficiente respaldo político.