El programa de suplantación de las cocinas de gas por equipos de inducción eléctrica cumple dos años y marcha lento.
Con una fuerte campaña propagandística, el Gobierno impulsó la iniciativa de sustituir las cocinas de gas con cocinas de inducción. Una vez que la generación de energía eléctrica llegara a las metas propuestas con base en la construcción de centrales hidroeléctricas, el uso de este tipo de cocinas debía cubrir un porcentaje importante de todos los equipos de cocina del país, que llegan a un total de 3,5 millones.
La meta para este fin de año era que 600 000 cocinas de inducción debían estar funcionando, y ese número debía ir creciendo paulatinamente. Pero el flujo económico del erario nacional que permitía financiar el programa ha detenido su velocidad, como todos los otros asuntos relacionados con la dinámica económica del país.
Ahora se piensa suplantar las facilidades de crédito cobradas en las planillas de luz con créditos quirografarios otorgados por el Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (BIESS).
La política para sustituir las cocinas se inició con un importante estímulo al sector industrial. Muchas empresas hicieron importantes inversiones y vieron frustrado su crecimiento de acuerdo a los planes iniciales cuando se anunció la masiva importación de cocinas desde la China. Hoy se retoma esa opción, con el concurso del sector privado, toda vez que las importaciones desde China se han dejado a un lado.