Ayer por la mañana, en cadena nacional de radio y televisión, Otto Sonnenholzner anunció su marcha a casa.
Su tono fue de tranquilidad y con muestras de agradecimiento al presidente Moreno. También criticó la vieja política e hizo un alegato sobre la unidad para sacar adelante al país, bajo nuevos paradigmas.
Aprovechó la ocasión para remarcar que no ha tenido en el pasado ninguna vinculación política y que le acompañó una vocación de servicio.
Un hecho atípico que caracteriza al Gobierno es haber tenido tres vicepresidentes. Además, en breve deberá designarse al cuarto. Jorge Glas está preso en Latacunga; a su deshonrosa destitución sucedió la de María Alejandra Vicuña.
Sonnenholzner, conocido como entrevistador radiofónico, surgió sin antecedentes políticos, y una vez designado se hizo de un espacio. Su presencia y protagonismo durante la pandemia generó ciertas suspicacias. Tanto apariciones constantes como la baja súbita de perfil fueron atribuidas a presiones internas.
Su nombre viene sonando desde hace un buen tiempo como posible candidato presidencial. Él no lo admite pero sí ha señalado que podría tomar un camino político.
No se sabe si iría por una de las fuerzas existentes, como independiente o como candidato oficialista. Se verá en su momento, pero su discurso permanente es antipartidista.
La figura vicepresidencial ha sido controvertida en el país. Desde la presidencia del antiguo Senado, pasando por pseudo ‘conspirador a sueldo’, cono calificó Velasco Ibarra al cargo, a responsabilidades como el Consejo de Desarrollo. En la última reforma constitucional se despojó al cargo de tareas pre asignadas.
Todo quedaba en manos de la voluntad presidencial, salvo la opción de suceder al titular en el mandato.
En su corta carrera, Sonnenholzner ha crecido en imagen pública y también ha sido criticado por actuar en función de su eventual candidatura. Algo común en la vida nacional. Su separación marca distancia con quienes usaron su investidura para ser candidatos de modo simultáneo.