Al menos 70 muertos en cinco días provocaron los ataques del Ejército de Israel a la Franja de Gaza (territorio palestino). La versión oficial es que se trata de asesinatos selectivos como el ocurrido contra el dirigente de Hamas, Ahmed Jabari.
La justificación de destruir equipos de comunicación en Gaza afectó a estaciones de televisión, no solo de Palestina sino a medios internacionales y mató a personas inocentes. Es la tesis eufemística de siempre de los ‘efectos colaterales’ de las guerras.
Hamas es un grupo político extremista que, de los dos que dominan el espectro palestino, ha sido el más radical crítico de Israel y ha encabezado acciones terroristas comprobadas.
Tras cinco días de combates por aire y desde el mar contra Gaza, la reacción de Palestina contra Israel ha sido inmediata. Más de 900 misiles se han disparado contra la capital histórica, Jerusalén, y la capital financiera, Tel Aviv; el domo de hierro para detectar y destruir cohetes ha funcionado parcialmente.
El Primer Ministro de Israel advirtió que la ofensiva podría ampliarse. Hay 75 000 soldados próximos a Gaza.
El ambiente en el mundo árabe es de tensión. Los enfrentamientos árabe-israelíes son continuos, con temporadas de mayor intensidad, desde la creación del Estado de Israel (1947), y luego tras el reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina. Los grupos radicales de ambos Estados en un pequeño territorio alientan la hoguera. Mientras, Occidente se muestra más contemplativo con Israel.
El telón de fondo de esta escalada militar parece la justificada preocupación por la amenaza nuclear de Irán, que podría convertirse en una potencia que amenaza la supervivencia misma del pueblo judío y la paz en la región.