El 16 de abril, día del sismo, la vida de Muisne, como la de otras localidades de Esmeraldas y Manabí cambió para siempre.
La Secretaría de Gestión de Riesgo ha declarado como de alto riesgo por la eventualidad de tsunamis e inundaciones a la isla de Muisne, Esmeraldas.
La idea ahora es plantear la reubicación del trazado urbano muy cerca, en Bunche. Es un sitio que se halla a 10 metros sobre el nivel del mar y se estima protegido de los estragos que las inundaciones o los efectos devastadores de un maremoto pudieran ocasionar.
En esa lógica, la isla solamente quedaría para actividades turísticas en atención a su bello entorno natural.
El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda se encuentra desbrozando un área de más de 100 000 metros cuadrado para construir un plan de vivienda sismo resistente. Se trata de 1000 casas que puedan acoger de forma definitiva a los habitantes de Muisne afectados por el terremoto de abril pasado.
Pero el tema de la reubicación tiene varias aristas y complejidades. Hay personas que se niegan a una reubicación. La producción está vinculada al sitio donde tienen sus casas.
El ser humano es terrenal. Su apego a la tierra que le vio nacer y a aquella donde se desarrolla la vida es algo consustancial a su manera de ser y un traslado, aun cuando sea a poca distancia, no gusta a todos. Allí se debe trabajar a fondo para persuadir con argumentos de calidad y plena seguridad frente a los inevitables fenómenos naturales.