La presencia de fuerzas militares uniformadas en las proximidades de Jama, una pequeña población emblemática como cuna de pueblos ancestrales, ahora dedicada a la agricultura y ganadería, llamó la atención de los vecinos. El lunes llegaron 120 militares uniformados y con sus pertrechos; trajeron equipos y tanquetas. Acamparon en una hacienda, donde se quedarán dos meses.
En sus primeras acciones ya detectaron cuatro pistas para pequeños aviones, supuestamente clandestinas. Manabí es una provincia clave en materia de narcotráfico y varios casos de años pasados mostraron su fragilidad. De nuestro país salen o pasan constantemente cargamentos.
La paz de la población puede verse afectada con los uniformados. Hay vecinos, empero, que ven bien este patrullaje por seguridad.
Los organismos de derechos humanos prenden alertas y muchos piensan que la actividad no compete a las Fuerzas Armadas, llamadas a preservar la soberanía y la integridad territorial. Pero expertos aseguran que no sería la primera vez que los militares se incorporen a la lucha antinarcóticos.
En el país operan carteles internacionales de México, mafias chinas, nigerianas, colombianas, incluido algún frente de la narcoguerrilla de las FARC. El Ecuador no es considerado productor de droga; el año pasado se destruyeron casi 2 millones de plantas de marihuana, coca y amapola. El país, y sobre todo Manabí, está en alerta.