Especial énfasis pone el gobierno de Rafael Correa en dos aspectos importantes para la supervivencia de todo Estado: la seguridad y la inteligencia, pero las rodea de fortalezas y atribuciones que llaman la atención.
Temprano surgió en el Régimen la teoría del complot, incluso desde los primeros días. Entonces se delegó a un personaje cercano al Presidente tareas de Inteligencia cuestionadas por los procedimientos empleados. La paranoia llegó a su punto culminante por los sucesos del 30 de septiembre de 2010, donde fue notoria la falta de información de los entes destinados a proteger y advertir al Mandatario, a tal punto que se produjo el suceso del cuartel de Policía. Desde entonces, la visión política de Carondelet reforzó la idea de la conspiración.
Los hechos demuestran que con la nueva Ley de seguridad aprobada el año pasado y la creación del Servicio de Protección presidencial, su vigilancia personal, la del Vicepresidente y la del Secretario General de la Administración se reforzaron. El diario oficial El Ciudadano habló de instructores cubanos. Las caravanas de ministros y burócratas de alto coturno son cada vez más numerosas, con más autos 4 x 4, más sirenas y parafernalia en vehículos y personal.
A esto se suma la posesión de un ex militante socialista, Raúl Patiño, hermano del controvertido ministro de los ‘Pativideos’, al frente de la Secretaría de Inteligencia. La ya mostrada tendencia a su uso político pudiera acentuarse.
La labor de esta entidad debe ser cuidadosa y respetuosa de los derechos humanos y la privacidad. Ese es el límite que la sociedad le exige al poder. Máxime cuando el ecuatoriano de a pie vive una total indefensión ante el delito y la violencia.