El mundo asiste a un tiempo desconocido. Más aún, los alcances del avance tecnológico y el ensanchamiento de las autopistas de la información conducen a destinos impredecibles. En esa perspectiva las redes sociales han diversificado y potenciado los contactos de millones de seres humanos en los puntos más remotos del planeta con sorprendente rapidez y calidad.
La comunicación virtual marca este capítulo de la era del conocimiento a la que asistimos. Podemos compartir información en tiempo real, acceder a datos de calidad y crear comunidades.Aparejadas a las virtudes de la comunicación instantánea y a su velocidad, crece, como un cáncer maligno, un racimo de tumores.
El hackeo es, también, un delito de los tiempos. Los piratas informáticos penetran en organismos de inteligencia, han puesto en debate los secretos de estado y transparentan conductas no tan santas.
Adicionalmente la tecnología permite violar la privacidad de personas e instituciones y, lo que es más grave, forzar falsificaciones que muchas veces parecen documentos y publicaciones reales.
Estas prácticas pueden poner en duda la credibilidad de los medios, por ejemplo, envileciendo contenidos y multiplicando mensajes que no son los originales: se montan fotos y se falsifican mensajes en redes sociales. O simplemente se atacan los sitios para impedir que la información fluya.
La ciudadanía debe estar sobre aviso sobre los nuevos instrumentos de poder oculto de enemigos de la sociedad y de las libertades.