Una auténtica y extraña sorpresa constituyen los cambios en el Consejo Nacional Electoral.
El oficialismo, al parecer, conjura así una crisis interna que tuvo como consecuencia el cambio abrupto del Presidente elegido nueve días atrás y la elección de otro titular. Todo surgió por el retiro de la vocal Gloria Toapanta aduciendo “razones personales”.
Según la arquitectura de cambios tejida en las normas vigentes, dos vocales fueron reemplazados y quedaron tres del anterior Consejo. Justamente dos de los consejeros que persistieron en sus cargos son los protagonistas de este sui géneris episodio que relatamos.
Gloria Toapanta, de evidente filiación política a Alianza País, no se tomó la molestia de excusarse. Todo esto cuando la nueva estructura, argumentaron, obedecía a acabar con los viejos vicios de la partidocracia. Hoy todos los consejeros parecen cercanos al movimiento de Gobierno, antes eran de diferentes partidos.
Como consecuencia del retiro de Toapanta se posesionó de modo sumario a una consejera suplente del concurso del 2011, Ana Paredes. Esto se volvió una fuente de conflicto por los reclamos de otras participantes que se consideraban con el puntaje y los méritos suficientes para ocupar esa plaza vacante.
Como consecuencia, Paúl Salazar renunció a la Presidencia sin chistar y dio paso a otra elección: la de Juan Pablo Pozo. Si bien todos se consideran cercanos a Alianza País el pulso interno queda en evidencia. La fragilidad institucional dejará secuelas.