El negocio ilegal y millonario de la droga trajo el drama a cientos de familias de pescadores ecuatorianos en Manabí.
Estimaciones oficiales hablan de 400 detenidos, aunque otros cálculos sostienen que son 700 los pescadores que han caído presos por ser detectados con embarques de droga que viaja con rumbo a Guatemala o México. 300 fueron apresados el año pasado.
El impacto social es tan fuerte, que se ha gestado una suerte de gremio integrado por familiares de los detenidos. Muchos de esos pescadores están en cárceles de Centroamérica, de Colombia y hasta de Estados Unidos.
El negocio es jugoso y los magros ingresos de la pesca suelen ser un anzuelo para atraer a estos trabajadores, víctimas de mafias, entre ellas la del capo detenido en Colombia y conocido como el ‘Pablo Escobar ecuatoriano’.
La costa manabita tiene 350 kilómetros. Hay caletas en montañas abandonadas y de sus playas parten decenas de lanchas rápidas con rumbo al norte.
Debido a su tamaño, las embarcaciones deben recargar combustible en alta mar y hay todo un sistema de barcos de abasto que parte desde Manta.
Esta dura realidad ratifica que uno de los papeles que sigue cumpliendo el Ecuador es el de país de tránsito de la droga. En una entrevista con este Diario, el catedrático Fernando Carrión señaló dos más: el lavado y el consumo.
Si bien el último es más grave por sus consecuencias directas, todos ameritan análisis serios y soluciones.