El tablero electoral de Brasil dibujará este día en buena parte el derrotero de una nación que navega entre las aguas de la recesión económica y buenas tasas de empleo.
Brasil es el país más grande y poblado de Sudamérica. Conjuga las grandes contradicciones como el gran laboratorio socioeconómico continental.
Brasil se instala con audacia entre las potencias emergentes del mundo, pero mantiene las viejas lacras de la inequidad a las que no han podido derrotar años de esfuerzos de gobiernos progresistas como los de Fernando Henrique Cardoso, Luis Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, la presidenta que hoy opta por la reelección inmediata.
El Partido de los Trabajadores de Lula, luego de sus dos períodos, heredó el poder a la presidenta Rousseff.Ella pagó facturas pendientes como los escándalos de corrupción conocidos como Mensalao, y pulsó el termómetro de la protesta social con incendios en las calles y pobres tomándose los centros comerciales. Un detonante que antecedió a la visita papal de Francisco en el 2013 y al Mundial de Fútbol, cuyo resultado futbolístico no aportó para el buen humor nacional en medio de la idea acentuada de derroche.
Rousseff lideró las encuestas. Marina Silva tomó la posta de la candidatura presidencial tras el fatal accidente aviatorio del candidato socialista y se volvió favorita en la campaña. Pero ayer, nuevos sondeos confirmaron que el socialdemócrata Aecio Neves pasaría a una segunda vuelta contra la presidenta brasileña, que subió fuerte en ambos análisis.