La madrugada del jueves no fue como las demás en Borbón, un cantón de Esmeraldas que ya vivía en emergencia y toque de queda a partir de las 22:00.
Quizá esa condición, determinada por el estado de excepción decretado por el Gobierno durante seis meses, contribuye a la desazón. Aumentan las interrogantes del modus operandi de quienes perpetraron este acto terrorista para dejar el artefacto explosivo de fabricación casera frente al retén naval del lugar.
Borbón amaneció con patrullas militares. Si bien la bomba no produjo víctimas mortales, hay tres heridos, destrucción y miedo en la población.
El estado de excepción surgió como medida cautelar de la seguridad de los habitantes de las zonas cercanas a San Lorenzo, donde el 27 de enero un coche bomba estalló frente al cuartel policial.
Las autoridades no descartan una conexión entre este atentado terrorista y aquel de enero. El estallido en Borbón se produjo mientras se desarrollaba un operativo simultáneo para detener a los autores del de San Lorenzo.
En la zona vulnerable desde hace tiempo operan bandas criminales, narcotraficantes, ex guerrilleros. Su ir y venir, atravesar la frontera bajo el cobijo de la selva e y los sinuosos ríos es cosa común y se sabe desde hace rato.
El Ecuador debe seguir redoblando los controles, procurando mejorar la tecnología para evitar que esta penetración paulatina de los terroristas y criminales siga conspirando contra la paz que merecemos.