Cumplido un punto crucial, pero no el último en el labrado camino de la paz en Colombia. Las FARC dejaron ayer las armas.
La ceremonia celebrada en el departamento del Meta, en la zona veredal de La Meseta, mostró al Presidente Juan Manuel Santos y al jefe del grupo guerrillero, ‘Timoleón Jiménez’, alias ‘Timochenko’, con el jefe de la Misión de la ONU, Jean Arnault.
Surge la pregunta: ¿las armas que entregaron son todas las que se hallaban en poder del grupo guerrillero? Esa interrogante no tiene respuesta certera.
Amén de aquellas armas que servirán para dar seguridad a las zonas veredales, que se estima en 700, muchas personas en Colombia creen que las FARC no entregarán todo el arsenal existente.
Pero además varios dirigentes políticos y ciudadanos no se fían del proceso de paz, es más, su principal detractor es el ex presidente Álvaro Uribe Vélez.
Las FARC tendrán, sin elección popular, cinco bancas en el senado y cinco en la Cámara de Representantes para empezar a ejercer su acción política fuera de la clandestinidad, algo que muchos estiman como un privilegio inaceptable.
Lo más grave y complejo será superar las heridas de dolor de una guerra civil de más de medio siglo, que deja más de 250 000 muertos. Muchos consideran que sin justicia no habrá paz viable en Colombia. Tampoco era posible un acuerdo de paz sin esas concesiones.
Hoy empieza un camino que debe ser duradero y ojalá fecundo.