Es indistinto que el fenómeno se califique de dificultad temporal o de crisis. El hecho es que la economía nacional sigue bajo la influencia de factores de peso como la caída del precio mundial del petróleo y el fortalecimiento del dólar.
Desde hace ya tiempo y con el fin de compensar la caída de la balanza comercial, el Gobierno ha venido tomando una serie de medidas para mantener los dólares en el mercado interno, además de avanzar en la firma de un acuerdo comercial con la Unión Europea para fomentar las exportaciones.
También ha recurrido a una serie de fuentes para financiar un presupuesto estatal que este año experimenta una reducción significativa, al contrario de lo que venía sucediendo hasta el 2015.
Los campos petroleros y los proyectos mineros planificados para los próximos años están jugando un papel importante en el momento de conseguir recursos para mover la economía.
Como consecuencia del cruce de varios factores globales y locales, el Gobierno observa que el aumento del riesgo país no se compadece con sus esfuerzos para pagar los bonos Global 2015 o la deuda con Oxy.
Se trata de una tarea dura que debiera plantearse, más que como un tema de creatividad, como un asunto de interés nacional que requiere una gran dosis de realismo. A esa visión de conjunto debieran converger todos los sectores involucrados con una alta capacidad de propuesta. La dimensión y el alcance del problema bien lo ameritan.