La noticia sonaba desconcertante. Unas empanadas eran el camuflaje para vender droga. Los delincuentes buscaban además instalar un local con ese fin. Otros datos reflejan que circulan tarjetas de presentación que insinúan venta de estupefacientes. Los informes de la Policía y la Fiscalía se empeñan en desmadejar las pistas para atacar un problema que, aunque se dibuja en otro escenario, completa el panorama de la operación de mafias internacionales en el país.
Un aspecto es la permanente detección de contrabando frustrado, la detención de supuestos involucrados, las investigaciones de estas operaciones ilegales con los nexos que pudieran tener con carteles internacionales y contactos en México, Colombia y otros países, así como la ubicación de los destinos de la droga (Estados Unidos y Europa, por ejemplo).
Pero otro, muy preocupante y que las investigaciones policiales revelan cada vez con mayor fuerza, lo constituyen los vínculos de esas mafias con operadores del microtráfico y el sicariato.
Reportes de este Diario daban cuenta del negocio en los establecimientos educativos y sus alrededores y la labor silenciosa en el interior para enganchar a jóvenes compradores. Otro tema complejo es el de la localización física de barrios de la ciudad donde ya la operación mafiosa hace cuartel. Ahora la pista de la droga en alimentos y vendedores con tarjeta de presentación son alertas prendidas para reflexionar y protegernos.