El movimiento oficialista, que ganó las elecciones parlamentarias con una amplia mayoría con candidatos propios y alianzas provinciales, está en un impasse.
Alianza País gobernó durante una década. No se puede desconocer que hubo importantes fisuras con corrientes que al principio le apoyaron -sectores de izquierda y movimientos sociales- y que fueron tomando distancia. Lo mismo ocurrió con figuras significativas como Gustavo Larrea o Alberto Acosta.
Los diez años de desgaste que suele producir el ejercicio del poder no afectaron su fuerza electoral potenciada por el método de asignación de escaños, a tal punto que si el ganador de las elecciones hubiese sido un opositor la gobernabilidad se le hubiese complicado. Hoy el panorama es distinto. Mucho se dijo durante la campaña que Lenín Moreno aceptó a regañadientes a su compañero de papeleta.
Ahora el propio Presidente dice que los dedos señalan a Jorge Glas. Una tensión por casos que no se han aclarado suficientemente y en los cuales la justicia apenas empieza indagaciones por presunta corrupción.
AP muestra fisuras, por más que se empeñen en formar hasta un comité de reconciliación. Los ruidos externos contribuyen a ahondar la grieta en la cúpula. La sorpresiva entrega de Carlos Pareja Yannuzzelli lleva a varios sectores legislativos a buscar la comparecencia y las explicaciones en la Asamblea del Fiscal General. Y se vuelve a hablar del juicio político a Glas.