Dos días después de un encuentro cordial en Carondelet, el lunes, el Presidente calificó de incoherente a la propuesta del alcalde Rodas para financiar el Metro.
La idea que formulaba el Municipio no le parecía lógica al Presidente. El Alcalde – que busca bajar impuestos- proponía la venta de las acciones de la Empresa Eléctrica de Quito para convertirlas en dinero que le permita cubrir la obra onerosa.
El tema de fondo es que Quito merece superar su problema severo de movilidad. Hay varias alternativas: un metro, un tren rápido, mejorar los corredores del trole y la ecovía, cables colgantes, etc.
Fue Augusto Barrera, alcalde coideario de Rafael Correa, quien propuso la construcción del Metro, encargó costosos estudios y emprendió en la millonaria obra de dos estaciones terminales. Todos supimos que era con el aval del Presidente. El Gobierno comprometió USD 750 millones, pero ahora, que llegará la época de vacas flacas para las finanzas públicas, el Régimen dice que no pondrá un centavo más. Resulta que el proyecto del alcalde Barrera se quedó corto en los cálculos de costos. La obra, según los estudios actualizados, podría costar muchos millones más. Es importante señalar que en la mayoría de ciudades este tipo de obras cuenta con el respaldo y el dinero del Gobierno central; de lo contrario casi siempre resultan imposibles de ejecutar.
Las expresiones presidenciales y las respuestas del Alcalde no deben plantear otra batalla. El diálogo fecundo se impone, sin tantas fotos en los balcones pero con voluntad de servir a la capital.