La política elige un camino sinuoso, indescifrable. El Presidente de la República vuelve a mencionar la consulta popular.
Mientras Lenín Moreno se acercaría a esa posibilidad haciendo uso de su facultad constitucional de convocar al pueblo -como lo hizo de modo sistemático el gobierno anterior-, la organización política que representa pone bloqueos a algunos de sus planteamientos.
En el pasado, en cuanto un candidato ganaba la elección, era costumbre amable y hasta delicada liberarle de la disciplina partidista. Eso no quería conferir desvío de los postulados que lo llevaron al poder, sino conferir al líder político, que contaba con el voto popular, de un espacio de respiro de las mezquindades del grupo o facción para que gobierne en libertad en la búsqueda del beneficio de amplias mayorías aunque no sean militantes de su línea.
La acumulación de acontecimientos, la separación de Jorge Glas de varios de los encargos presidenciales, la mención al combate a la corrupción y la ríspida respuesta por redes sociales y con palabras hirientes, muestra una brecha que parece ya difícil de cerrar.
La dirigencia del pasado se aferra al viejo liderazgo, no cede y critica temas como el dinero electrónico con la banca privada, la reforma a la Ley de plusvalía y hasta la modificación de los estándares represivos en comunicación.
La dirigencia de AP se aparta cada vez más de Lenín Moreno. La popularidad del Presidente es alta y podría precipitar la sondeada consulta popular.