Desde la institucionalidad de la autoridad electoral se analiza la posibilidad de reformar el Código de la Democracia.
La sociedad, los movimientos y partidos verían con buenos ojos el tratamiento de estos temas con tiempo y sin las presiones que muchas veces imponen las urgencias del calendario electoral de coyuntura. Abrir el debate ahora parece oportuno para una reforma transparente que permita la participación plural y abierta de todas las tendencias y fuerzas políticas en plena igualdad de condiciones: esa es la primera y mejor garantía de democracia, antes, por supuesto, de la pureza del sufragio.
La autoridad electoral, ahora bifurcada en dos entes como el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Contencioso Electoral, propondría los cambios. Sería deseable que promocionen un debate serio y abierto de la sociedad política a fin de abrir esas reglas hacia la participación libre, plural y democrática. El Presidente del TCE dijo en EcuadoRadio que piensa en 39 reformas. Se trata de agilitar, por ejemplo, trámites de recursos y resolver dificultades de procesos internos en organizaciones públicas y privadas.
Han sido criticados por los actores políticos en anteriores comicios aspectos como el control del gasto electoral, la asignación de espacios, la propaganda oficial que puede favorecer a los candidatos del poder imperante y la licencia de personeros como el Presidente, mientras dure la campaña, para hacer nítida la contienda sin favorecer a quien ejerce el poder.