Todos los aspirantes presidenciales venezolanos de oposición al coronel Hugo Chávez decidieron someterse a elecciones primarias abiertas.
El Gobernador de Miranda, uno de los más populosos y más desarrollados estados de Venezuela, fue favorecido con la mayoría de votos y a él deberán apoyar los distintos partidos y coaliciones, 20 en total, que propusieron precandidatos presidenciales ante la Mesa de Unidad Democrática. Todos ellos, salvo Diego Arria, firmaron un compromiso común.
Los puntos más sobresalientes de la entente opositora son restablecer el papel del Banco Central como ente autónomo del Poder Ejecutivo; eliminar el control de cambios y abogar por la libertad de precios; estudiar el rol de la empresa estatal de petróleos y luchar por disminuir los cortes de fluido eléctrico, tan comunes en Venezuela, y despolitizar el control del Poder Judicial al que el Régimen le echó mano. Otro punto prioritario es luchar contra la violencia y la delincuencia, el más grave problema de la gente.
Henrique Capriles es un centro-izquierdista de 39 años que admira a Lula y su modelo. Optó por ser un opositor sin entrar en la pelea de la contradicción aguda en el discurso que ha polarizado a Venezuela durante los 12 años de chavecismo. Chávez intenta desprestigiarlo y ha intentado minimizar el proceso eleccionario opositor diciendo que le daba lo mismo quien gane.
Para las elecciones de octubre, Capriles tiene el reto de unificar el discurso opositor y enfrentar a un aparato político millonario basado en el control del poder y una propaganda asfixiante merced al aparato de medios de los cuales dispone Chávez y sus operadores políticos, más allá de su habilidad y su cautivante oratoria.