La fuerte temporada invernal se suele juntar en el calendario con el inicio de clases en el sistema de estudios de la Costa ecuatoriana. Esta vez, como la fuerza del invierno ha sido patente, los problemas que se acumulan se sienten con más intensidad.
Muchas de las escuelas tienen sus locales deteriorados y no prestan facilidades para el inicio de clases. Algunos establecimientos están inundados y varios locales son albergues temporales de miles de compatriotas que perdieron sus viviendas o que todavía no pueden regresar a sus casas.
Se ha declarado la emergencia y el drama humano sumado a la pérdida de cultivos pasa por un retardo de la actividad escolar que ya fue postergada y que, según consta de los primeros testimonios recogidos esta semana, será todavía retrasada en varias localidades.
A toda esta sempiterna realidad se sumó el episodio anecdótico de un Presidente que se mostró enfadado y dijo que está“hasta la coronilla” de la falta de efectividad de varios funcionarios.
El Mandatario visitó las modernas instalaciones de un local recientemente equipado, con excelente aspecto y que presta un buen ambiente para el estudio y seguramente será motivación para los educandos. Pero los accesos al colegio son pésimos, por el estado de las calles.
Pero aquel episodio del enojo se hubiese evitado si el Presidente, antes de su presencia física, hubiese constatado desde su oficina el avance de las obras, para corregir a tiempo las falencias.
Mientras hay recursos y positivas noticias para la educación se constata que todavía falta mucho por hacer, especialmente en aquellas áreas donde la geografía y la naturaleza cada año destruyen la infraestructura.