Son una gran excusa de las fallas de las encuestadoras en todas partes del mundo; por ende, existe inquietud por explicar en qué consiste esa masa obscura, de grandes dimensiones y muy peligrosa para una democracia fundamentada en la libertad.
Cuando los tiempos se acercan a las urnas resultan más importantes que los votos definidos por uno u otro candidato y por las legítimas opciones como los votos blancos y los nulos. Debe insistirse que éstos últimos fueron excluidos de los escrutinios por obscuros propósitos en la labor constituyente de Montecristi.
Después de algunas elecciones, principalmente las últimas en EE.UU. ,se concluye que el voto puede ser secreto, pero su expresión previa llega a ser inexpugnable probablemente por miedo a represalias de cualquier naturaleza; por eso, algunos o muchos ciudadanos esperan el tabernáculo de las urnas para hacerlo, que para el efecto, es similar al confesionario en el rito religioso católico.
Una conclusión preliminar sería que tras la indecisión se esconde una voluntad que se expresa en votos reales en el momento correspondiente.
Sin embargo también son válidas otras explicaciones en una sociedad polarizada como el Ecuador, donde la división de gobiernistas y antigobiernistas no se refleja en la masa de votantes llamados “indecisos”. Si se suma el conjunto de los resultados existe mucha dificultad de interpretación ya que son hechas como traje a la medida por el candidato contratante. La perfidia alcanzando los niveles de la metodología de investigación. Según esta apreciación cuando se trata de pronunciarse en la primera vuelta las opciones del primero, segundo, tercero y hasta cuarto permitirán el escondite, pero si se trata de la de Abril ya no será posible: o se vota por el uno o por otro candidato.
Debe añadirse para explicar el extraño fenómeno que la campaña timorata de los primeros candidatos de oposición coadyuvaron a la indecisión. Será costoso el silencio o la mirada hacia otros lados frente a graves flagrancias gubernamentales: sospecha de corrupción similares a la Argentina o Brasil y hasta el silencio frente al incidente diplomático con Israel. En estas condiciones nadie puede alegar que existan indecisos verdaderos.
Es probable, en primer lugar, que muchos de los dubitativos ya estén decididos, pero no se atreven a expresarlo por miedo de la publicidad. Ellos más que los decididos pueden perder “la pega”, el contrato en proceso o sufrir retaliaciones de distinto tipo y nivel.
El régimen sabe que si hace una proyección de indecisos gana en la primera vuelta, motivo por el cual es explicable que la estrategia publicitaria sea la contraria.
Tal vez los quiera disminuir para turbar a los adversarios y los ahuyente para evitar el peligro de que los reservados se conviertan en una fuerza importante para la segunda, donde es posible que incidan con mayor intensidad los escándalos de los “Panamá Papers” y la ingeniería bancaria de la segunda quincena de diciembre del 2016 .